1810 1º de Junio: En Montevideo, un Cabildo Abierto convocado por el gobernador Joaquín de Soria, resuelve reconocer la autoridad de la Primera Junta instalada en Buenos Aires. Esa misma noche llegan noticias sobre la creación del Consejo de Regencia de Cádiz, en España.
2 de Junio: En Montevideo, un Cabildo Abierto reconoce la autoridad del Consejo de Regencia de Cádiz.
15 de Junio: En Montevideo, un Cabildo Abierto en el que estuvo presente el Secretario de la Primera Junta, Juan José Paso, declara desconocer a la Junta de Buenos Aires, mientras ésta no reconozca la autoridad del Consejo de Regencia de Cádiz.
9 de Octubre: Asume como Gobernador Militar de Montevideo el Gral. Gaspar de Vigodet, designado para el cargo en España por el Consejo de Regencia de Cádiz.
1811 22 de Febrero: El Capitán de Blandengues de las fuerzas españolas José Artigas, abandona la guarnición española de Colonia y se traslada a Buenos Aires para ofrecer sus servicios a la Junta Grande.
28 de Febrero: Grito de Asencio: a orillas del arroyo Asencio, el comandante de las fuerzas españolas, Ramón Fernández, se levanta en armas contra la autoridad del Virrey Elío.
7 de Marzo: La Junta Grande ordena a Belgrano retroceder de Paraguay y hacerse cargo del mando de las fuerzas patriotas (americanas) en la Banda Oriental.
9 de Abril: Desembarca en la Banda Oriental el Capitán José Artigas, con 159 patricios y es aclamado por sus paisanos como Primer Jefe de los Orientales.
18 de Mayo: El Capitán José Posadas, al mando de las fuerzas del Virrey Elío es detenido en su avance por los patriotas orientales (uruguayos) en Las Piedras, quedando los realistas (españoles) reducidos a la posesión de Montevideo y Colonia.
21 de Mayo: Artigas inicia el sitio de Montevideo.
26 de Mayo: El patriota oriental Venancio Benavides comienza el sitio a Colonia; que es abandonada por el gobernador de Montevideo Vigodet una semana despues.
17 de Julio: Entra en la Banda Oriental el ejército portugués al mando de Diego de Souza.
21 de Octubre: El Virrrey Elío firma un armisticio con el Primer Triunvirato instalado en Buenos Aires. El acuerdo prevé el retiro de los portugueses de la Banda Oriental. No se cumplió.
1812 8 de Enero: El gobernador español de Montevideo, Vigodet, rompe el Armisticio.
26 de Enero: Manuel Belgrano recibe en Rosario el mando de las Fortificaciones del Paraná, construidas por orden del Primer Triunvirato, debido a la presencia de los españoles en la Banda Oriental.
20 de Octubre: José Rondeau, al mando de las fuerzas del Segundo Triunvirato, inicia el segundo sitio de Montevideo.
31 de Diciembre: El gobernador español de Montevideo, Vigodet, es vencido por los sitiadores en El Cerrito. Rondeau estrecha el sitio de Montevideo.
1813 13 de Abril: Artigas expide instrucciones para los diputados orientales a la Asamblea del Año XIII. Estos diputados son rechazados por la Asamblea.
1814 16 de Enero: Un nuevo contingente español logra entrar en Montevideo.
20 de Enero: Artigas abandona el sitio de Montevideo.
4 de Mayo: José Rondeau renuncia a la Jefatura del ejército del Directorio que opera en la Banda Oriental.
17 de Mayo: Carlos María de Alvear asume el mando del ejército del Directorio que opera en la Banda Oriental.
21 de Junio: Alvear acepta la capitulación del gobernador español de Montevideo, Vigodet.
9 de Julio: El Director Posadas designa Gobernador Intendente de la Provincia Oriental al Presidente del Consejo de Estado de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Nicolás Rodríguez Peña.
1815 10 de Enero: Las tropas del Directorio, al mando de Manuel Dorrego, son vencidas por los orientales en Guayabos. Dorrego se refugia en Corrientes.
25 de Febrero: El Director Alvear manda evacuar Montevideo.
26 de Febrero: Fernando Otorgués se hace cargo del gobierno de Montevideo por indicación de Artigas.
24 de Marzo: Santa Fe se proclama independiente del Directorio y se somete a la autoridad de Artigas.
1817 20 de Enero: El Gral. Portugués Carlos Lecor, al mando de las fuerzas que invadieron nuevamente la Banda Oriental en Agosto de 1816, entra en Montevideo.
1820 22 de Enero: Artigas, derrotado definitivamente en Tacuarembó, se traslada a Entre Ríos.
(*) De la Edición Internet del Diario Clarín de Buenos Aires
jueves, 28 de octubre de 2010
LA PELEA POR LA BANDA ORIENTAL(*)
El ejército de Belgrano en la Banda Oriental
La Primera Junta de Gobierno, instalada en Buenos Aires el 25 de Mayo de 1810, envió a Paraguay (una de las provincias del Virreinato del Río de la Plata) un ejército al mando de Manuel Belgrano. El propósito era conseguir una adhesión a la autoridad de la Junta. Belgrano fue rechazado militarmente y Paraguay desconoció la autoridad, tanto de España como de Buenos Aires. Belgrano regresó y se trasladó a la Banda Oriental (actual República Oriental del Uruguay) para sumarse a las fuerzas enviadas desde Buenos Aires, que al mando de José Rondeau enfrentaban al gobierno español del último Virrey del Río de la Plata, Francisco Javier de Elío.
El 10 de abril de 1811, Belgrano designó al patriota oriental (uruguayo) José Artigas, segundo jefe del Ejército Auxiliar del Norte. Sin embargo, el 22 de abril, la Junta Grande reemplazó a Belgrano por José Rondeau en el mando del Ejército de la Banda Oriental, desplazando a Artigas al cargo de Jefe de las Milicias Patriotas Orientales. Belgrano había sido suspendido en sus "Grados y Honores" para ser sometido a juicio por sus derrotas militares en la campaña del Paraguay. Finalizado el proceso fue reivindicado.
El Exodo Oriental. El 18 de mayo de 1811, Artigas derrotó a los españoles en Las Piedras y avanzó sobre Montevideo, aún en poder del virrey español de Elío. Pero cuando se preparaba para tomar por asalto la ciudad, se hizo cargo del mando de esas fuerzas patriotas Rondeau.
En octubre de ese año, el Primer Triunvirato (recién instalado en Buenos Aires) acordó con el virrey, levantar el sitio de Montevideo. Las negociaciones incluían el retiro del ejército portugués de la Banda Oriental. Pero los portugueses no cumplieron el trato. En cambio, las autoridades de Buenos Aires retiraron su ejército Artigas, ahora reconocido por sus compatriotas como General en Jefe de los ejércitos orientales, al levantarse el sitio que pesaba sobre el gobierno español de Montevideo, inició "el Exodo", retirándose al Norte, al campamento de Ayuí, con 300 hombres y 1.600 personas del pueblo de la Campana.
Artigas, declarado "reo de traición a la Patria"
El Triunvirato negoció con los portugueses el retiro del Ejército Lusitano (portugués), que estaba en la Banda oriental desde julio de 1811, con el propósito de aislar la resistencia española de Montevideo. Sin embargo, a fines de 1813, España había reconquistado su territorio en la Península Ibérica de manos de los franceses, con ayuda de Gran Bretaña y el rey Fernando VII recuperaba el trono. En esas circunstancias, tropas españolas reforzaron la Plaza de Montevideo y demoraron su rendición.
El peligro inminente en 1814 era la anunciada expedición del general Pablo Morillo (quien a fines de 1815 vencería a los patriotas en Venezuela). Ante el temor de que desembocara en el Río de la Plata era fundamental quitarle una posible base militar en Montevideo, desde donde podía atacar Buenos Aires. Por entonces, desde Buenos Aires se intentaban negociaciones con las autoridades españolas, por lo cual el 20 de enero de 1814 Artigas abandonó el sitio de Montevideo. En respuesta a esa actitud, el Director Supremo Gervasio Antonio de Posadas lo declaró "reo de traición a la Patria".
Los españoles se rinden en Montevideo
Para enfrentar a los españoles en la Banda Oriental, el Director Posadas dispuso la organización de una flota a las órdenes del marino irlandés Guillermo Brown, capitán de un buque mercante que había encallado en Ensenada. Brown, que hasta ese momento realizaba con una goleta un servicio regular entre Buenos Aires y Colonia, derrotó a los españoles en el combate de Martín García y bloqueó Montevideo, donde los españoles contaban con 14 buques de guerra y 13 mercantes armados.
El 20 de junio de 1814, el Jefe de la guarnición española, Gaspar de Vigodet, capituló, y el general Carlos María de Alvear tomó posesión de Montevideo en nombre del Directorio. Alvear le quitó a los españoles una base de operaciones con 500 cañones, 9.000 fusiles, 99 embarcaciones, 390 jefes y 6.000 soldados. El 9 de julio de 1814, Posadas nombró Gobernador Intendente de la Provincia Oriental al presidente del Consejo de Estado del Directorio, Nicolás Rodríguez Peña.
En febrero de 1815, por exigencia de Artigas, las fuerzas del Directorio evacuaron Montevideo, asumiendo el gobierno de la ciudad Fernando Otorgués por indicación del caudillo oriental.
Los portugueses invaden la Banda Oriental
En agosto de 1816, las fuerzas del rey Juan VI de Portugal invadieron la Banda Oriental, comandadas por el general Carlos Lecor, quien marchó sobre Montevideo con 600 hombres, en tanto que otros 200 avanzaban por el Norte, 200 más quedaban como reserva en Río Grande y 1.800 avanzaban por el Este. Las fuerzas de Artigas fueron derrotadas por los portugueses en San Borja, Carumbé e India Muerta.
(*) De la Edición Internet del Diario Clarín de Buenos Aires
La Primera Junta de Gobierno, instalada en Buenos Aires el 25 de Mayo de 1810, envió a Paraguay (una de las provincias del Virreinato del Río de la Plata) un ejército al mando de Manuel Belgrano. El propósito era conseguir una adhesión a la autoridad de la Junta. Belgrano fue rechazado militarmente y Paraguay desconoció la autoridad, tanto de España como de Buenos Aires. Belgrano regresó y se trasladó a la Banda Oriental (actual República Oriental del Uruguay) para sumarse a las fuerzas enviadas desde Buenos Aires, que al mando de José Rondeau enfrentaban al gobierno español del último Virrey del Río de la Plata, Francisco Javier de Elío.
El 10 de abril de 1811, Belgrano designó al patriota oriental (uruguayo) José Artigas, segundo jefe del Ejército Auxiliar del Norte. Sin embargo, el 22 de abril, la Junta Grande reemplazó a Belgrano por José Rondeau en el mando del Ejército de la Banda Oriental, desplazando a Artigas al cargo de Jefe de las Milicias Patriotas Orientales. Belgrano había sido suspendido en sus "Grados y Honores" para ser sometido a juicio por sus derrotas militares en la campaña del Paraguay. Finalizado el proceso fue reivindicado.
El Exodo Oriental. El 18 de mayo de 1811, Artigas derrotó a los españoles en Las Piedras y avanzó sobre Montevideo, aún en poder del virrey español de Elío. Pero cuando se preparaba para tomar por asalto la ciudad, se hizo cargo del mando de esas fuerzas patriotas Rondeau.
En octubre de ese año, el Primer Triunvirato (recién instalado en Buenos Aires) acordó con el virrey, levantar el sitio de Montevideo. Las negociaciones incluían el retiro del ejército portugués de la Banda Oriental. Pero los portugueses no cumplieron el trato. En cambio, las autoridades de Buenos Aires retiraron su ejército Artigas, ahora reconocido por sus compatriotas como General en Jefe de los ejércitos orientales, al levantarse el sitio que pesaba sobre el gobierno español de Montevideo, inició "el Exodo", retirándose al Norte, al campamento de Ayuí, con 300 hombres y 1.600 personas del pueblo de la Campana.
Artigas, declarado "reo de traición a la Patria"
El Triunvirato negoció con los portugueses el retiro del Ejército Lusitano (portugués), que estaba en la Banda oriental desde julio de 1811, con el propósito de aislar la resistencia española de Montevideo. Sin embargo, a fines de 1813, España había reconquistado su territorio en la Península Ibérica de manos de los franceses, con ayuda de Gran Bretaña y el rey Fernando VII recuperaba el trono. En esas circunstancias, tropas españolas reforzaron la Plaza de Montevideo y demoraron su rendición.
El peligro inminente en 1814 era la anunciada expedición del general Pablo Morillo (quien a fines de 1815 vencería a los patriotas en Venezuela). Ante el temor de que desembocara en el Río de la Plata era fundamental quitarle una posible base militar en Montevideo, desde donde podía atacar Buenos Aires. Por entonces, desde Buenos Aires se intentaban negociaciones con las autoridades españolas, por lo cual el 20 de enero de 1814 Artigas abandonó el sitio de Montevideo. En respuesta a esa actitud, el Director Supremo Gervasio Antonio de Posadas lo declaró "reo de traición a la Patria".
Los españoles se rinden en Montevideo
Para enfrentar a los españoles en la Banda Oriental, el Director Posadas dispuso la organización de una flota a las órdenes del marino irlandés Guillermo Brown, capitán de un buque mercante que había encallado en Ensenada. Brown, que hasta ese momento realizaba con una goleta un servicio regular entre Buenos Aires y Colonia, derrotó a los españoles en el combate de Martín García y bloqueó Montevideo, donde los españoles contaban con 14 buques de guerra y 13 mercantes armados.
El 20 de junio de 1814, el Jefe de la guarnición española, Gaspar de Vigodet, capituló, y el general Carlos María de Alvear tomó posesión de Montevideo en nombre del Directorio. Alvear le quitó a los españoles una base de operaciones con 500 cañones, 9.000 fusiles, 99 embarcaciones, 390 jefes y 6.000 soldados. El 9 de julio de 1814, Posadas nombró Gobernador Intendente de la Provincia Oriental al presidente del Consejo de Estado del Directorio, Nicolás Rodríguez Peña.
En febrero de 1815, por exigencia de Artigas, las fuerzas del Directorio evacuaron Montevideo, asumiendo el gobierno de la ciudad Fernando Otorgués por indicación del caudillo oriental.
Los portugueses invaden la Banda Oriental
En agosto de 1816, las fuerzas del rey Juan VI de Portugal invadieron la Banda Oriental, comandadas por el general Carlos Lecor, quien marchó sobre Montevideo con 600 hombres, en tanto que otros 200 avanzaban por el Norte, 200 más quedaban como reserva en Río Grande y 1.800 avanzaban por el Este. Las fuerzas de Artigas fueron derrotadas por los portugueses en San Borja, Carumbé e India Muerta.
(*) De la Edición Internet del Diario Clarín de Buenos Aires
José Gervasio Artigas había nacido en Montevideo en 1764.
Al comenzar el año 1811, se desempeñaba en la Guardia española de Colonia de Sacramento, como capitán de Blandengues (policía de frontera).
Para entonces, el general español Francisco Javier de Elío, designado Virrey del Río de la Plata por el Consejo de Regencia de Cádiz, ya había tomado posesión del cargo con sede en Montevideo.
En tales circunstancias, Artigas abandonó Colonia y se trasladó a Buenos Aires para ofrecer sus servicios militares a la Junta Grande.
Su actitud encendió el levantamiento de los orientales (uruguayos) contra las autoridades españolas, que se materializó en el Grito de Asencio.
Artigas, cuando retornó a la Banda Oriental, fue aclamado por sus paisanos como "Primer Jefe de los Orientales", instalando su cuartel general en Mercedes.
Derrotó a los españoles en Las Piedras el 18 de mayo de 1811 e inició el sitio de Montevideo el día 21 de Mayo.
Este primer sitio de Montevideo se levantó por un armisticio que negoció el embajador británico en Brasil, Lord Strangford, con el propósito de evitar que un ejército portugués que había invadido la Banda Oriental auxiliara a los españoles.
Artigas, que se había opuesto al armisticio, intentó contener a los portugueses, que saqueaban la campaña oriental.
A fines de 1812, José Rondeau, al frente del ejército del Segundo Triunvirato (gobierno que se acababa de instalar en Buenos Aires) inició el Segundo Sitio de Montevideo, desplazando a Artigas y sus fuerzas, en el mando de las operaciones.
En el campamento de Artigas fueron electos los diputados orientales que debían concurrir a la Asamblea Nacional General Constituyente (Asamblea del Año XIII), cuyas instrucciones dictadas el 13 de abril de 1813 reclamaban básicamente lo siguiente.
Declaración de la Independencia. Libertad civil y religiosa. Organización política federativa. Estados autónomos. que Buenos Aires no fuese la sede del gobierno central.
Los diplomas de los diputados orientales fueron rechazados, usando como argumento legal la nulidad de su elección porque se realizó en un campamento militar y además porque traían instrucciones; a pesar de que la Asamblea se había declarado soberana.
En realidad, el motivo era el contenido de las instrucciones, que afectaban al centralismo de Buenos Aires.
El 20 de enero de 1814, Artigas abandonó el sitio de Montevideo, cuyo mando, de todos modos, monopolizaba Rondeau.
Su propósito era apoyar los pronunciamientos de los paisanos de Entre Ríos y Corrientes, como así también, destruir al comandante porteño de las Misiones.
Según el historiador uruguayo Washington Reyes Abadie: "Las Misiones, era, por lo demás, la clave de bóveda del sistema federal. Por ellas se ganaba el Paraguay para la unidad del Plata, liberándolo de la absorción portuaria de Buenos Aires; y se conjugaban las rutas orientales con el Río Grande, otorgando a su economía ganadera y saladeril la salida de sus productos por los puertos platenses de Maldonado, Montevideo y Colonia, abriendo para el comercio legal, las históricas rutas de los changadores. Desde las Misiones, Corrientes y el Entre Ríos, coordinaban su destino mesopotámico con las tierras del Uruguay; y Santa Fe recobraba su función histórica de enlace con el tráfico de la yerba mate, los cueros, las maderas, el tabaco y la caña, mientras su condición de centro ineludible en la carrera del Tucumán, ofrecía a los pueblos del norte - incluido el Alto Perú - y del Cuyo, pero en particular a Córdoba, el desahogo de su artesanía, de sus productos minerales y de su agricultura frente al impacto ruinoso de la manufactura inglesa introducida desde Buenos Aires.
Este ámbito de la visión integradora de Artigas abarcaba, pues, dos regiones de rasgos propios y definidos: la mediterránea, de economía minera, agrícola y artesanal, articulada en el Paraná, por el puerto fluvial de Santa Fe; y la del litoral, agrícola - ganadera, desde los yerbatales y estancias paraguayas y misioneras hasta la mesopotamia y la campaña oriental; y un puerto transatlántico: Montevideo".
Lo cierto es que de las provincias que bajo la influencia de Artigas, que estuvieron bajo la influencia del Protectorado de los Pueblos Libres, sólo Córdoba mandó diputados al Congreso de Tucumán. Las otras cuatro (Provincia Oriental, - actual República Oriental del Uruguay - Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe), en cambio, no estuvieron representadas en el Congreso.
Para entonces, los españoles ya se habían rendido en Montevideo.
El ejercito del Directorio se retiró. Quedó la Provincia Oriental en manos de Artigas.
En agosto de 1816 un ejército portugués, invadió la Provincia Oriental en conocimiento del Congreso de Tucumán.
Finalmente, al iniciarse la década de 1820, derrotado definitivamente Artigas en Tacuarembó por los portugueses, se refugió en Entre Ríos, en donde también lo venció el caudillo federal entrerriano Francisco Ramírez.
Artigas se trasladó a Paraguay, en donde vivió el resto de vida.
Allí murió en 1850.
(*) De la Edición Internet del Diario Clarín de Buenos Aires
Para entonces, el general español Francisco Javier de Elío, designado Virrey del Río de la Plata por el Consejo de Regencia de Cádiz, ya había tomado posesión del cargo con sede en Montevideo.
En tales circunstancias, Artigas abandonó Colonia y se trasladó a Buenos Aires para ofrecer sus servicios militares a la Junta Grande.
Su actitud encendió el levantamiento de los orientales (uruguayos) contra las autoridades españolas, que se materializó en el Grito de Asencio.
Artigas, cuando retornó a la Banda Oriental, fue aclamado por sus paisanos como "Primer Jefe de los Orientales", instalando su cuartel general en Mercedes.
Derrotó a los españoles en Las Piedras el 18 de mayo de 1811 e inició el sitio de Montevideo el día 21 de Mayo.
Este primer sitio de Montevideo se levantó por un armisticio que negoció el embajador británico en Brasil, Lord Strangford, con el propósito de evitar que un ejército portugués que había invadido la Banda Oriental auxiliara a los españoles.
Artigas, que se había opuesto al armisticio, intentó contener a los portugueses, que saqueaban la campaña oriental.
A fines de 1812, José Rondeau, al frente del ejército del Segundo Triunvirato (gobierno que se acababa de instalar en Buenos Aires) inició el Segundo Sitio de Montevideo, desplazando a Artigas y sus fuerzas, en el mando de las operaciones.
En el campamento de Artigas fueron electos los diputados orientales que debían concurrir a la Asamblea Nacional General Constituyente (Asamblea del Año XIII), cuyas instrucciones dictadas el 13 de abril de 1813 reclamaban básicamente lo siguiente.
Declaración de la Independencia. Libertad civil y religiosa. Organización política federativa. Estados autónomos. que Buenos Aires no fuese la sede del gobierno central.
Los diplomas de los diputados orientales fueron rechazados, usando como argumento legal la nulidad de su elección porque se realizó en un campamento militar y además porque traían instrucciones; a pesar de que la Asamblea se había declarado soberana.
En realidad, el motivo era el contenido de las instrucciones, que afectaban al centralismo de Buenos Aires.
El 20 de enero de 1814, Artigas abandonó el sitio de Montevideo, cuyo mando, de todos modos, monopolizaba Rondeau.
Su propósito era apoyar los pronunciamientos de los paisanos de Entre Ríos y Corrientes, como así también, destruir al comandante porteño de las Misiones.
Según el historiador uruguayo Washington Reyes Abadie: "Las Misiones, era, por lo demás, la clave de bóveda del sistema federal. Por ellas se ganaba el Paraguay para la unidad del Plata, liberándolo de la absorción portuaria de Buenos Aires; y se conjugaban las rutas orientales con el Río Grande, otorgando a su economía ganadera y saladeril la salida de sus productos por los puertos platenses de Maldonado, Montevideo y Colonia, abriendo para el comercio legal, las históricas rutas de los changadores. Desde las Misiones, Corrientes y el Entre Ríos, coordinaban su destino mesopotámico con las tierras del Uruguay; y Santa Fe recobraba su función histórica de enlace con el tráfico de la yerba mate, los cueros, las maderas, el tabaco y la caña, mientras su condición de centro ineludible en la carrera del Tucumán, ofrecía a los pueblos del norte - incluido el Alto Perú - y del Cuyo, pero en particular a Córdoba, el desahogo de su artesanía, de sus productos minerales y de su agricultura frente al impacto ruinoso de la manufactura inglesa introducida desde Buenos Aires.
Este ámbito de la visión integradora de Artigas abarcaba, pues, dos regiones de rasgos propios y definidos: la mediterránea, de economía minera, agrícola y artesanal, articulada en el Paraná, por el puerto fluvial de Santa Fe; y la del litoral, agrícola - ganadera, desde los yerbatales y estancias paraguayas y misioneras hasta la mesopotamia y la campaña oriental; y un puerto transatlántico: Montevideo".
Lo cierto es que de las provincias que bajo la influencia de Artigas, que estuvieron bajo la influencia del Protectorado de los Pueblos Libres, sólo Córdoba mandó diputados al Congreso de Tucumán. Las otras cuatro (Provincia Oriental, - actual República Oriental del Uruguay - Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe), en cambio, no estuvieron representadas en el Congreso.
Para entonces, los españoles ya se habían rendido en Montevideo.
El ejercito del Directorio se retiró. Quedó la Provincia Oriental en manos de Artigas.
En agosto de 1816 un ejército portugués, invadió la Provincia Oriental en conocimiento del Congreso de Tucumán.
Finalmente, al iniciarse la década de 1820, derrotado definitivamente Artigas en Tacuarembó por los portugueses, se refugió en Entre Ríos, en donde también lo venció el caudillo federal entrerriano Francisco Ramírez.
Artigas se trasladó a Paraguay, en donde vivió el resto de vida.
Allí murió en 1850.
(*) De la Edición Internet del Diario Clarín de Buenos Aires
EL URUGUAY INDIGENA Y ESPAÑOL
El Uruguay anterior a su descubrimiento por los españoles en 1516, estaba poblado por unos pocos millares de indígenas a los que el conquistador europeo llamó charrúas, minuanes, bohanes, guenoas, yaros, chanaes y guaraníes; pueblos que también se extendían por los vecinos Argentina y Brasil.
La macro etnia charrúa, mayoritaria, tenía el nivel cultural de los cazadores superiores; los chanaes practicaban también una agricultura incipiente; los enclaves guaraníes conocían formas algo más avanzadas de la agricultura. Pero todos ellos eran fundamentalmente cazadores, canoeros y pescadores. Algunos escasos restos arqueológicos testimonian la práctica de cerámica decorada así como el tallado de la piedra.
La llegada de los europeos y del ganado vacuno y caballar que estos abandonaron a comienzos del siglo XVII en territorio uruguayo, modificaron el hábitat, la demografía y las costumbres de esos indígenas. Convertidos en diestros jinetes cazadores de vacas, terminaron diezmados por la viruela y la persecución del hombre blanco por cuanto su cultura los torno hostiles a las formas de trabajo que trajo el conquistador español.
La tradición historiográfica afirma ser el año 1831 aquel en que desaparecieron los charrúas como entidad demográfica de cierto peso, cuando fueron aniquilados por las tropas del primer gobierno republicano del Uruguay independiente, esa destrucción no impidió que la sangre indígena penetrara en capas de cierta importancia de la población campesina del país, en particular guaraní proveniente del territorio que ocuparon las Misiones Jesuíticas. De cualquier modo, el llamado "exterminio de los indígenas en Salsipuedes" (1831) fundó el mito del Uruguay europeo y blanco que las clases dirigentes del país siempre alimentaron, tanto más cuanto la inmigración transcontinental fue, en efecto, la bases del crecimiento demográfico uruguayo.
La Banda Oriental, designación que los españoles dieron al territorio uruguayo, fue una región de colonización tardía, contemporánea sobre todo de la España de los Borbones en el siglo XVIII. Se pobló por tres motivos fundamentales: la calidad de su pradera natural combinada con la multiplicación del ganado abandonado por los españoles en sus llanuras; las ventajas de Montevideo como único puerto natural del Río de la Plata; y la condición de territorio fronterizo en permanente disputa entre las coronas de España y Portugal.
Las ciudades y villas tuvieron a menudo su origen en la lucha hispano-portuguesa, por ejemplo el primer establecimiento europeo importante, la Colonia del Sacramento portuguesa en 1680, o el Montevideo español fundado entre 1724 y 1750. El carácter de frontera móvil del territorio influyó también en su economía - facilitando el contrabando y la burla del monopolio comercial español - y en la sociedad, ambientando en sus pobladores la actividad ecuestre y el oficio de las armas.
La pradera natural y el ganado vacuno y caballar sin dueño ganaron la estancia - predio dedicado a la ganadería y productor de vacunos - y el estanciero, la figura dominante del medio rural.
Hacia 1700-1800 aparecieron los saladeros que convertían a parte de la carne vacuna de esas estancias en tasajo. Este era carne salada, dura y magra, por lo que la consumían al comienzo sólo los esclavos de Cuba y Brasil. Los saladeros eran una mezcla de estancia e industria asentada en Montevideo. Aunque en 1832 incorporaron la máquina de vapor para producir grasas, la elaboración del tasajo sólo requería la habilidad manual del gaucho enlazador del ganado casi salvaje y la diestra artesania de los peones - hasta 1830 casi todos esclavos negros - cortadores de carne en finas lonjas que luego se salaban y apilaban durante dos o tres días. Luego se practicaba el secado de la carne salada tendiéndola al sol. Esta industria eran en suma una manufactura.
Por el puerto de Montevideo se comerciaba legalmente con España y Buenos Aires (desde 1779), e ilegalmente con el Brasil portugués y las naves europeas que arribaban "forzosamente" a sus playas. Esa actividad generó una renta suficiente para mantener tanto a la burocracia española que gobernaba la Banda Oriental, como a los ricos comerciantes que integraban el cuerpo municipal llamado Cabildo, única e imperfecta escuela de gobierno propio a la que "criollos" tenían acceso. La Banda Oriental formaba parte del Virreinato de Buenos Aires desde su creación en 1776 y una importante zona adyacente lo integraba como Gobernación.
La población - 30.000 habitantes hacia 1800, una tercera parte en Montevideo - estaba dividida tal vez con más claridad en regiones y en razas que en clases.
Montevideo era sede del poder español y de la sociedad jerarquizada en razas y clases. Comerciantes, prestamistas, estancieros ausentistas y altos funcionarios, formaban una clase alta que todavía olía a los orígenes humildes de sus antepasados canarios, vascos y catalanes. Pequeños tenderos, pulperos, militares y funcionarios de baja graduación, y artesanos, integraban un esbozo de clase media. Debajo de todos, el tercio de la población era negra y esclava.
El Interior, el medio rural, era el mundo donde todas las distinciones sociales, que existían tendían a desdibujarse o a amalgamarse con otros rasgos de la economía y de la cultura hasta hacerse muy singulares. Los estancieros latifundistas habían expulsado a anteriores ganaderos más pobres y menos influyentes ante las autoridades españolas. La mayoría de los grandes estancieros no poseían su tierra con títulos de propiedad perfectos.
Muchos sólo habían iniciado el trámite para adquirirla en Buenos Aires y lo habían abandonado, cansados por las demoras de la burocracia borbónica, así como disgustados por su costo que siempre superaba al precio de la tierra. Otros habían pagado tierras a la corona española dentro de determinados límites. Esas estancias, una vez medidas, resultaban tener una superficie mucho mayor que la abonada. Todos estos hechos tornaron a los estancieros dependientes de las resoluciones del Estado español primero y republicano después.
En ese Interior abundaba la población errante, a veces mestiza. La vida era fácil y el alimento casi único y esencial, la carne era gratuito. Este hecho se explica porque la producción era infinitamente superior a una demanda reducida al escaso mercado interno y a los limitados mercados externos cubano y brasileño. La Banda Oriental, con tal vez 6 millones de vacunos y medio millón de yeguarizos, poseía el mayor número de cabezas vacunas y equinas por habitante en el mundo. El "proletariado" rural - el gaucho- era ecuestre (hasta los mendigos andaban a caballo en Montevideo), y tenían el alimento siempre asegurado. Preguntado uno de los líderes de la Revolución de 1811 acerca de sus medios de vida respondió que "cuando necesitaba una camisa se conchavaba" (empleaba), y si no, "paseaba". Para estos campesinos, el trabajo era una opción, no una necesidad. Los latifundistas observaban con fastidio a una mano de obra independiente, que sólo trabajaba cuando el Estado perseguía de tarde en tarde a los "vagos".
Existían tensiones. La autoridad española impedía a los estancieros la libre venta de sus cueros a los comerciantes ingleses y portugueses, y demasiado a menudo los amenazaba con cobrarles las tierras que detentaban. Así lo hizo, por ejemplo en agosto de 1810, meses antes del estallido de la Revolución por la Independencia en febrero de 1811.
A comerciantes y ganaderos molestaba la sujeción a las autoridades políticas, judiciales y mercantiles (Virrey, Real Audiencia y Tribunal del Consulado), residentes en la vecina, competidora y envidiada ciudad de Buenos Aires.
Los gauchos e indios odiaban todas las medidas que provenían del Cabildo de Montevideo o de su Gobernador en procura de la contención del contrabando, la persecución de los "vagos", o la expulsión de los pequeños terratenientes de las grandes estancias. Este último punto había generado resentimientos fuertes. Los pioneros ocupaban los campos, sujetaban a rodeo el ganado abandonado y bravío, construían ranchos y corrales, combatían las incursiones de portugueses y la indiada sobre sus tierras. Y cuando la región se tornaba habitable, aparecía el favorito de Gobernadores y Virreyes, o el rico comerciante bonaerense o montevideano que había comprado esas tierras y lograba una orden de expulsión de los pioneros. Todo el Uruguay se había colonizado así en cuatro o cinco oleadas sucesivas de pioneros que luego habían sido declarados "intrusos" por la autoridad colonial.
Todos estos resentimientos internos y externos (contra España y Buenos Aires), estallaron en 1811, cuando se aflojaron los lazos del control colonial ante la invasión francesa a la metropoli.
documento elaborado por: José Pedro Barrán
La macro etnia charrúa, mayoritaria, tenía el nivel cultural de los cazadores superiores; los chanaes practicaban también una agricultura incipiente; los enclaves guaraníes conocían formas algo más avanzadas de la agricultura. Pero todos ellos eran fundamentalmente cazadores, canoeros y pescadores. Algunos escasos restos arqueológicos testimonian la práctica de cerámica decorada así como el tallado de la piedra.
La llegada de los europeos y del ganado vacuno y caballar que estos abandonaron a comienzos del siglo XVII en territorio uruguayo, modificaron el hábitat, la demografía y las costumbres de esos indígenas. Convertidos en diestros jinetes cazadores de vacas, terminaron diezmados por la viruela y la persecución del hombre blanco por cuanto su cultura los torno hostiles a las formas de trabajo que trajo el conquistador español.
La tradición historiográfica afirma ser el año 1831 aquel en que desaparecieron los charrúas como entidad demográfica de cierto peso, cuando fueron aniquilados por las tropas del primer gobierno republicano del Uruguay independiente, esa destrucción no impidió que la sangre indígena penetrara en capas de cierta importancia de la población campesina del país, en particular guaraní proveniente del territorio que ocuparon las Misiones Jesuíticas. De cualquier modo, el llamado "exterminio de los indígenas en Salsipuedes" (1831) fundó el mito del Uruguay europeo y blanco que las clases dirigentes del país siempre alimentaron, tanto más cuanto la inmigración transcontinental fue, en efecto, la bases del crecimiento demográfico uruguayo.
La Banda Oriental, designación que los españoles dieron al territorio uruguayo, fue una región de colonización tardía, contemporánea sobre todo de la España de los Borbones en el siglo XVIII. Se pobló por tres motivos fundamentales: la calidad de su pradera natural combinada con la multiplicación del ganado abandonado por los españoles en sus llanuras; las ventajas de Montevideo como único puerto natural del Río de la Plata; y la condición de territorio fronterizo en permanente disputa entre las coronas de España y Portugal.
Las ciudades y villas tuvieron a menudo su origen en la lucha hispano-portuguesa, por ejemplo el primer establecimiento europeo importante, la Colonia del Sacramento portuguesa en 1680, o el Montevideo español fundado entre 1724 y 1750. El carácter de frontera móvil del territorio influyó también en su economía - facilitando el contrabando y la burla del monopolio comercial español - y en la sociedad, ambientando en sus pobladores la actividad ecuestre y el oficio de las armas.
La pradera natural y el ganado vacuno y caballar sin dueño ganaron la estancia - predio dedicado a la ganadería y productor de vacunos - y el estanciero, la figura dominante del medio rural.
Hacia 1700-1800 aparecieron los saladeros que convertían a parte de la carne vacuna de esas estancias en tasajo. Este era carne salada, dura y magra, por lo que la consumían al comienzo sólo los esclavos de Cuba y Brasil. Los saladeros eran una mezcla de estancia e industria asentada en Montevideo. Aunque en 1832 incorporaron la máquina de vapor para producir grasas, la elaboración del tasajo sólo requería la habilidad manual del gaucho enlazador del ganado casi salvaje y la diestra artesania de los peones - hasta 1830 casi todos esclavos negros - cortadores de carne en finas lonjas que luego se salaban y apilaban durante dos o tres días. Luego se practicaba el secado de la carne salada tendiéndola al sol. Esta industria eran en suma una manufactura.
Por el puerto de Montevideo se comerciaba legalmente con España y Buenos Aires (desde 1779), e ilegalmente con el Brasil portugués y las naves europeas que arribaban "forzosamente" a sus playas. Esa actividad generó una renta suficiente para mantener tanto a la burocracia española que gobernaba la Banda Oriental, como a los ricos comerciantes que integraban el cuerpo municipal llamado Cabildo, única e imperfecta escuela de gobierno propio a la que "criollos" tenían acceso. La Banda Oriental formaba parte del Virreinato de Buenos Aires desde su creación en 1776 y una importante zona adyacente lo integraba como Gobernación.
La población - 30.000 habitantes hacia 1800, una tercera parte en Montevideo - estaba dividida tal vez con más claridad en regiones y en razas que en clases.
Montevideo era sede del poder español y de la sociedad jerarquizada en razas y clases. Comerciantes, prestamistas, estancieros ausentistas y altos funcionarios, formaban una clase alta que todavía olía a los orígenes humildes de sus antepasados canarios, vascos y catalanes. Pequeños tenderos, pulperos, militares y funcionarios de baja graduación, y artesanos, integraban un esbozo de clase media. Debajo de todos, el tercio de la población era negra y esclava.
El Interior, el medio rural, era el mundo donde todas las distinciones sociales, que existían tendían a desdibujarse o a amalgamarse con otros rasgos de la economía y de la cultura hasta hacerse muy singulares. Los estancieros latifundistas habían expulsado a anteriores ganaderos más pobres y menos influyentes ante las autoridades españolas. La mayoría de los grandes estancieros no poseían su tierra con títulos de propiedad perfectos.
Muchos sólo habían iniciado el trámite para adquirirla en Buenos Aires y lo habían abandonado, cansados por las demoras de la burocracia borbónica, así como disgustados por su costo que siempre superaba al precio de la tierra. Otros habían pagado tierras a la corona española dentro de determinados límites. Esas estancias, una vez medidas, resultaban tener una superficie mucho mayor que la abonada. Todos estos hechos tornaron a los estancieros dependientes de las resoluciones del Estado español primero y republicano después.
En ese Interior abundaba la población errante, a veces mestiza. La vida era fácil y el alimento casi único y esencial, la carne era gratuito. Este hecho se explica porque la producción era infinitamente superior a una demanda reducida al escaso mercado interno y a los limitados mercados externos cubano y brasileño. La Banda Oriental, con tal vez 6 millones de vacunos y medio millón de yeguarizos, poseía el mayor número de cabezas vacunas y equinas por habitante en el mundo. El "proletariado" rural - el gaucho- era ecuestre (hasta los mendigos andaban a caballo en Montevideo), y tenían el alimento siempre asegurado. Preguntado uno de los líderes de la Revolución de 1811 acerca de sus medios de vida respondió que "cuando necesitaba una camisa se conchavaba" (empleaba), y si no, "paseaba". Para estos campesinos, el trabajo era una opción, no una necesidad. Los latifundistas observaban con fastidio a una mano de obra independiente, que sólo trabajaba cuando el Estado perseguía de tarde en tarde a los "vagos".
Existían tensiones. La autoridad española impedía a los estancieros la libre venta de sus cueros a los comerciantes ingleses y portugueses, y demasiado a menudo los amenazaba con cobrarles las tierras que detentaban. Así lo hizo, por ejemplo en agosto de 1810, meses antes del estallido de la Revolución por la Independencia en febrero de 1811.
A comerciantes y ganaderos molestaba la sujeción a las autoridades políticas, judiciales y mercantiles (Virrey, Real Audiencia y Tribunal del Consulado), residentes en la vecina, competidora y envidiada ciudad de Buenos Aires.
Los gauchos e indios odiaban todas las medidas que provenían del Cabildo de Montevideo o de su Gobernador en procura de la contención del contrabando, la persecución de los "vagos", o la expulsión de los pequeños terratenientes de las grandes estancias. Este último punto había generado resentimientos fuertes. Los pioneros ocupaban los campos, sujetaban a rodeo el ganado abandonado y bravío, construían ranchos y corrales, combatían las incursiones de portugueses y la indiada sobre sus tierras. Y cuando la región se tornaba habitable, aparecía el favorito de Gobernadores y Virreyes, o el rico comerciante bonaerense o montevideano que había comprado esas tierras y lograba una orden de expulsión de los pioneros. Todo el Uruguay se había colonizado así en cuatro o cinco oleadas sucesivas de pioneros que luego habían sido declarados "intrusos" por la autoridad colonial.
Todos estos resentimientos internos y externos (contra España y Buenos Aires), estallaron en 1811, cuando se aflojaron los lazos del control colonial ante la invasión francesa a la metropoli.
documento elaborado por: José Pedro Barrán
Expansión europea del siglo XV
Desde que Colón el 12 de octubre de 1492 llegó al continente americano, surgieron inmediatamente ansias de conquista para apropiarse de un territorio, que a juicio de los europeos estaba habitado por salvajes incultos, poseedores de enormes riquezas desaprovechadas. Para ello, se organizaron empresas de conquista y colonización durante los siglos XVI y XVII, por parte de España, Portugal, Inglaterra, Francia y Holanda.
Para organizar una expedición de conquista se debía lograr la autorización a los reyes españoles, que constaba en un acuerdo denominado Capitulación, donde se establecían los derechos y deberes de los conquistadores con respecto a las tierras conquistadas. Se les otorgaba el título de Adelantado que les posibilitaba convertirse en gobernadores de las tierras que conquistaran, y finalmente lograr la financiación del viaje.
Los españoles llegaron primero a las islas Antillas donde se asentaron. Cristóbal Colón fundó La Española (actual Santo Domingo y Haití) y desde allí, una vez dominados los nativos, comenzaron la expansión de la conquista, primero a las islas aledañas y luego al continente próximo). En 1502. Fray Nicolás Ovando llegó a La Española enviado por los Reyes católicos y en 1509, arribó al lugar en calidad gobernador, Diego Colón. En 1510, la base de operaciones se trasladó de La Española a Santiago de Cuba, conquistada y pacificada por Diego Velásquez.
En 1512 se reconoció la Península de Florida por parte de Juan Ponce de León. Un año más tarde el Océano Pacífico fue hallado por Vasco Núñez de Balboa, bautizándolo como Mar del Sur. En 1516,se produjo el descubrimiento del Río de la Plata, por Juan Díaz de Solís.
Desde Cuba, partió Hernán Cortés en el mes de febrero de 1519 para la conquista de México. En 1520 Magallanes descubrió el estrecho que lleva su nombre, encontrando una vía de comunicación entre los océanos Atlántico y Pacífico. Entre 1526 y 1530, Sebastián Caboto remontó el río de la Plata. En 1532, Francisco Pizarro organizó la conquista de Perú, y desde allí procedieron a la conquista de Chile, primero a cargo de Diego de Almagro, en 1535, y luego, en 1541, de Pedro de Valdivia, que logró fundar la ciudad de Santiago, a pesar de la resistencia de los araucanos. Luego de 20 años pudieron dominar el territorio chileno, para dirigirse a la zona de Cuyo (corriente de Chile) fundando las ciudades de Mendoza (1561), San Juan (1562) y San Luis (1594), en el actual territorio argentino.
En 1536, el adelantado Pedro de Mendoza llegó al Río de la Plata con el objetivo de detener a los portugueses, y fundó el Puerto de Santa María de los Buenos Aires, pero la hostilidad de los aborígenes querandíes sitió a los españoles que padecieron sed y hambre, y finalmente, destruyeron la fortaleza. La expedición de Mendoza se dirigió a Asunción. En 1580, Juan de Garay fundó por segunda vez la ciudad de Buenos Aires, luego de fundar Santa Fe en 1573, bajo el nombre de Santísima Trinidad y puerto de Santa María de los Buenos Aires.
Los españoles también fundaron algunas de las trece colonias estadounidenses, como la de Veracruz en el año 1518, la de San Agustín, Florida, que data del año 1565, la fundada en el año 1609: Santa Fe (Nuevo México) y la del año 1769, llamada San Diego, ubicada en California.
Los ingleses realizaron la colonización del actual territorio de Estados Unidos, a partir del año 1606, extendiéndose hasta principios del siglo XVIII, y fue realizada a través de compañías de colonización, autorizadas por el rey. Fundaron trece colonias sobre la costa atlántica, estando los grupos constituidos, algunos por comerciantes, otros por religiosos, y otros por particulares.
No contaban con muchos aborígenes para someter ni dinero para invertir, ni demasiados recursos naturales, todo lo contrario de lo que había deparado la suerte a los españoles.
En Portugal sucedió algo similar, escasos nativos y escasas riquezas, aunque no hallaron resistencia de los nativos.
Sobre la conquista de América las opiniones se dividen. Algunos aceptan la leyenda negra de la conquista, donde se relata la historia de un choque de culturas, con aborígenes exterminados, o expuestos a trabajos agobiantes, como la mita o las encomiendas, que los conducían a la enfermedad, y la muerte. Poblaciones enteras diezmadas, a las que se les quitó la cultura, las ideas, la libre expresión, sometiéndolos a trabajos forzados y a aceptar una religión ajena. El suelo del territorio, tan amado por los nativos y cuidado por ellos, fue sometido a prácticas agrícolas extractivas que agotaron su productividad. La riqueza minera fue llevada a Europa, dejando en América un territorio a merced de las necesidades foráneas.
La leyenda rosa nos cuenta de un grupo de hombres que trajeron a las tierras americanas una religión de amor, caridad y respeto, que se impuso a los hombres de estas tierras para educarlos, ya que su religión les exigía la adoración de dioses malignos, que les obligaban a realizar sacrificios humanos. Se sostuvo que no poseían una cultura real, ya que era disvaliosa para ellos, y para los demás, y que los europeos trajeron la civilización y el progreso. Aún hoy los aborígenes americanos reclaman por los derechos que les quitaron en miras a ese objetivo.
Extraído de: http://www.laguia2000.com/america-hispanica/la-conquista-de-america
La Polis griega
La organización política de Grecia fue la de la ciudad-estado. De la estructura social tribal, la “genos” que esencialmente reconoce un antepasado remoto común como elemento aglutinante del grupo, evolucionaron hacia una organización que llamaron polis , y que es la raíz etimológica de expresiones actuales como política o policía.
Comprendía:
- La ciudad en sí misma
- Tierras de cultivo y pastoreo, y bosques, comunmente en un valle y sus laderas
- Una fortificación elevada, llamada acrópolis
- Un puerto cercano
- Una población del orden de 10.000 personas o menos
- Un rey llamado Basileus que tenía funciones militares, judiciales y religiosas
Consecuencias de la colonización griega:
- Contribuyó al progreso de los pueblos más atrasados al expandir la civilización griega.
- Trajo un gran desarrollo del comercio y la industria generalizando el uso de la moneda (dracma, talento), el crédito, y las unidades de medida lo que transformó las sociedades.
- Se modificó la estructura social y política; al aparecer comerciantes e industriales, determinando la evolución de la reyecía hacia la tiranía y luego la plutocracia que precedió a la democracia.
- Provocó un sentido de unidad cultural entre los colonos y sus metrópolis por religión, idioma y costumbres.
- Se estimuló el desarrollo del pensamiento surgiendo figuras como Tales de Mileto y Pitágoras de Samos.
- Trajo un gran desarrollo del comercio y la industria generalizando el uso de la moneda (dracma, talento), el crédito, y las unidades de medida lo que transformó las sociedades.
- Se modificó la estructura social y política; al aparecer comerciantes e industriales, determinando la evolución de la reyecía hacia la tiranía y luego la plutocracia que precedió a la democracia.
- Provocó un sentido de unidad cultural entre los colonos y sus metrópolis por religión, idioma y costumbres.
- Se estimuló el desarrollo del pensamiento surgiendo figuras como Tales de Mileto y Pitágoras de Samos.
Causas de la colonización griega:
El aumento de la población en las ciudades.
La escasez de tierras de cultivo.
Las luchas internas en las ciudades.
El sistema hereditario del mayorazgo.
El interés de desarrollar el comercio.
El progeso de las técnicas de navegación. (Invención del trirreme en el Siglo VIII)
La escasez de tierras de cultivo.
Las luchas internas en las ciudades.
El sistema hereditario del mayorazgo.
El interés de desarrollar el comercio.
El progeso de las técnicas de navegación. (Invención del trirreme en el Siglo VIII)
La colonización griega
Las polis, suscitaron profundas diferencias sociales, y originaron el reclamo de los campesinos, que habitaban en lugares reducidos y con pocos ingresos, en la Grecia continental y en las islas del Egeo. Estas eran tierras pobres, con pocas llanuras, que sólo permitían una agricultura de subsistencia.
Los campesinos que contaron con el apoyo de artesanos y comerciantes se alzaron contra la nobleza, en defensa de sus derechos.
De esta manera, entre los años 750 a. C. y 550 a. C. se produjo la colonización del Mediterráneo que tuvo por finalidad brindarles tierras a los campesinos para mejorar su situación.
Al principio fue una empresa privada, que recién contó con el apoyo del estado cuando éste comprendió la importancia económica que significaba, el control de nuevos mercados. De esta manera surgió una clase social, económicamente poderosa, la de los comerciantes, que pronto pudieron comprar armas e integrar el ejército.
Los colonizadores partían en grupos, desde una ciudad, a la que seguían reconociendo como metrópoli, manteniendo el culto de sus dioses, pero siendo totalmente independientes.
Los griegos se fusionaron con los pobladores originarios de las colonias, aún contrayendo matrimonio con ellos.
Desde una colonia, se mandaban expediciones hacia otras, formando nuevas, dando origen a colonias de colonias.
La colonización se extendió hacia el oeste, desde las costas del Mediterráneo occidental hasta el Estrecho de Gibraltar, incluyéndose Nápoles y Sicilia. Hacia el noreste, desde las costas de Tracia a la zona del Helesponto y en ambas orillas del mar Negro, fundando colonias hasta en el Cáucaso y Crimea.
Las tierras de Sicilia, Egipto y las costas del mar Negro se convirtieron en graneros, productores de riquezas. En Sicilia se elevó un altar en honor al dios Apolo, como agradecimiento por haberlos conducido hasta allí a pesar de los vientos contrarios. La mayoría de las colonias sicilianas, fueron fundadas, por los habitantes de Calcis, ciudad del este de Grecia.
Cada ciudad y colonia empezó a especializarse con los productos que les eran propios. El cáñamo se obtenía de las colonias del sur de Rusia y la lana de las ciudades de Anatolia.
Como consecuencia política, las colonias, se organizaron bajo el mando de un consejo de ciudadanos, integrado por los jefes de las expediciones que no obtenían el título de reyes, circunstancia que trascendió los límites coloniales, para estimular el derrocamiento de las monarquías en las metrópolis.
A principios del siglo VII, las monarquías comenzaron a desaparecer, y en los lugares que subsistía, lo hacía en la forma de de simples magistrados, con escasos poderes.
Surgieron así repúblicas aristocráticas, desde cuyo seno luego surgió el tirano, usurpador de los derechos de los magistradotes, cuya destitución originó la democracia.
La colonización, permitió asimismo la difusión de la cultura griega.
Extraído de: http://www.laguia2000.com/edad-antigua/la-colonizacion-griega
Los campesinos que contaron con el apoyo de artesanos y comerciantes se alzaron contra la nobleza, en defensa de sus derechos.
De esta manera, entre los años 750 a. C. y 550 a. C. se produjo la colonización del Mediterráneo que tuvo por finalidad brindarles tierras a los campesinos para mejorar su situación.
Al principio fue una empresa privada, que recién contó con el apoyo del estado cuando éste comprendió la importancia económica que significaba, el control de nuevos mercados. De esta manera surgió una clase social, económicamente poderosa, la de los comerciantes, que pronto pudieron comprar armas e integrar el ejército.
Los colonizadores partían en grupos, desde una ciudad, a la que seguían reconociendo como metrópoli, manteniendo el culto de sus dioses, pero siendo totalmente independientes.
Los griegos se fusionaron con los pobladores originarios de las colonias, aún contrayendo matrimonio con ellos.
Desde una colonia, se mandaban expediciones hacia otras, formando nuevas, dando origen a colonias de colonias.
La colonización se extendió hacia el oeste, desde las costas del Mediterráneo occidental hasta el Estrecho de Gibraltar, incluyéndose Nápoles y Sicilia. Hacia el noreste, desde las costas de Tracia a la zona del Helesponto y en ambas orillas del mar Negro, fundando colonias hasta en el Cáucaso y Crimea.
Las tierras de Sicilia, Egipto y las costas del mar Negro se convirtieron en graneros, productores de riquezas. En Sicilia se elevó un altar en honor al dios Apolo, como agradecimiento por haberlos conducido hasta allí a pesar de los vientos contrarios. La mayoría de las colonias sicilianas, fueron fundadas, por los habitantes de Calcis, ciudad del este de Grecia.
Cada ciudad y colonia empezó a especializarse con los productos que les eran propios. El cáñamo se obtenía de las colonias del sur de Rusia y la lana de las ciudades de Anatolia.
Como consecuencia política, las colonias, se organizaron bajo el mando de un consejo de ciudadanos, integrado por los jefes de las expediciones que no obtenían el título de reyes, circunstancia que trascendió los límites coloniales, para estimular el derrocamiento de las monarquías en las metrópolis.
A principios del siglo VII, las monarquías comenzaron a desaparecer, y en los lugares que subsistía, lo hacía en la forma de de simples magistrados, con escasos poderes.
Surgieron así repúblicas aristocráticas, desde cuyo seno luego surgió el tirano, usurpador de los derechos de los magistradotes, cuya destitución originó la democracia.
La colonización, permitió asimismo la difusión de la cultura griega.
Extraído de: http://www.laguia2000.com/edad-antigua/la-colonizacion-griega
miércoles, 27 de octubre de 2010
Para comprender la estructura política en Uruguay
Introducción
Antecedentes históricos del sistema político.
La importancia de las estructuras políticas en la Democracia uruguaya.
El sistema de partidos en Uruguay.
El sistema electoral en Uruguay.
Régimen de Gobierno en Uruguay.
Bibliografía Consultada
Anexos Estadísticos con comentarios
Anexo 2: comportamiento electoral del FA por sublemas
Antecedentes históricos del sistema político.
La importancia de las estructuras políticas en la Democracia uruguaya.
El sistema de partidos en Uruguay.
El sistema electoral en Uruguay.
Régimen de Gobierno en Uruguay.
Bibliografía Consultada
Anexos Estadísticos con comentarios
Anexo 2: comportamiento electoral del FA por sublemas
El objetivo de estas líneas es ayudar a la comprensión del sistema político uruguayo, de manera simple y al alcance del variado público lector de los Documentos de Trabajo del Cencadec.
Por estructura o sistema político, entenderemos en este caso, el tipo de régimen de gobierno operante en el país, su sistema electoral y el sistema de partidos políticos vigente. Como veremos más adelante, el análisis de estos fenómenos es fundamental para comprender algunos de los acontecimientos más traumáticos de nuestra historia política, y además, para facilitar la comprensión de los futuros acontecimientos en el sistema.
Efectivamente, hoy en día, uno de los temas más preocupantes para la academia y los actores políticos, es sin duda el de la gobernabilidad. En realidad, tal preocupación se remonta en el plano académico, al menos desde la aparición de la obra de Huntington, Crozier y Watanuki, "la crisis de la democracia" (1975), donde planteaban el problema de la ingobernabilidad del sistema democrático, partiendo de la hipótesis de un Estado sobrecargado. Desde las ciencias sociales, esta temática toma relieve con la obra de Jurgen Habermas en "Problemas de legitimación en el capitalismo tardío" (1973). Allí el autor alemán define al capitalismo tardío como un régimen en el que el conflicto de clases del capitalismo liberal se ha vuelto latente y las crisis periódicas se han convertido en una crisis permanente y larvada. Metodológicamente, las tesis habermasianas parten de la teoría de sistemas para interpretar el fenómeno de la crisis. En ese sentido, dice Habermas, las crisis surgen cuando la estructura de un sistema de sociedad admite menos posibilidades de resolver problemas que las requeridas para su conservación. Se trata en definitiva, de un problema de autogobierno, donde la legitimidad del sistema político se vuelve un aspecto central (Habermas, 1973).
En definitiva, para el caso uruguayo, el problema de la gobernabilidad empieza a ser trascendental con la apertura democrática. A nuestro entender juegan aquí dos factores fundamentales: en primer lugar una revalorización de todos los actores políticos del sistema democrático y sus instituciones, relegando la discusión sustantivistas vs. formalistas a un segundo plano; en segundo lugar, y ligado a lo anterior el reconocimiento explícito de los "déficits" del sistema y la necesidad de lograr acuerdos que logren superar las trabas impuestas por la lógica electoral y de gobierno.
Es en ese marco que surgen dos líneas de trabajo en el seno de la clase política. En primer lugar, nos referimos a la búsqueda de una Reforma Constitucional que desbloquee el sistema. A ella se llega finalmente en 1996, aunque luego discutiremos si verdaderamente cumplió con esa función, o primaron otras. En segundo lugar, en tanto no se modificaran los mecanismos institucionales, se intentaron formas de cogobierno que sustentaran la fragilidad del sistema puesto en cuestión. Recordemos, por ejemplo las instancias de la Conapro en los años de apertura; el Gobierno de Unidad Nacional como continuidad de la Conapro en 1984; el llamado a una "coalición a la europea" por parte de Lacalle en 1989; y finalmente la forma más pura de coalición que logran los Partidos Colorado y Blanco con el segundo gobierno de Sanguinetti.
Obviamente, lo interesante para nuestro análisis es comprobar cómo más allá de una larga historia de coparticipación, desde la apertura los alcances coalicionales han sido limitados. El gobierno a base de vetos por Sanguinetti en el período 1985-1989 por un lado, y el fracaso del llamado a la unidad nacional en el gobierno de Lacalle de 1990-1994, contrasta con la vigencia hasta último momento de la coalición "rosada" como se le ha llamado popularmente. Esta última, no sólo ha permitido la legislación de fundamentales reformas (seguridad social, estado, constitucional; además de Leyes de envergadura como seguridad ciudadana, nuevo Código de Proceso Penal, el Presupuesto de 1995 que no admitió nuevos gastos en las sucesivas rendiciones de cuentas, Ley de Inversiones, etc.), sino que además ha perdurado en el tiempo hasta el final del mandato presidencial. Veremos luego, cuál es el contexto de este episodio histórico y las posibles explicaciones del caso.
El trabajo estará dividido en cinco partes. En primer lugar haremos una breve síntesis de cómo operó desde sus orígenes el sistema político en el Uruguay. Luego analizaremos algunas de las tesis más arraigadas sobre la estructura política, para finalmente analizar el sistema de partidos, el sistema electoral y el sistema de gobierno. Finalmente se incluirán en el Anexo, una serie de cuadros con los principales resultados electorales de los últimos años.
Por estructura o sistema político, entenderemos en este caso, el tipo de régimen de gobierno operante en el país, su sistema electoral y el sistema de partidos políticos vigente. Como veremos más adelante, el análisis de estos fenómenos es fundamental para comprender algunos de los acontecimientos más traumáticos de nuestra historia política, y además, para facilitar la comprensión de los futuros acontecimientos en el sistema.
Efectivamente, hoy en día, uno de los temas más preocupantes para la academia y los actores políticos, es sin duda el de la gobernabilidad. En realidad, tal preocupación se remonta en el plano académico, al menos desde la aparición de la obra de Huntington, Crozier y Watanuki, "la crisis de la democracia" (1975), donde planteaban el problema de la ingobernabilidad del sistema democrático, partiendo de la hipótesis de un Estado sobrecargado. Desde las ciencias sociales, esta temática toma relieve con la obra de Jurgen Habermas en "Problemas de legitimación en el capitalismo tardío" (1973). Allí el autor alemán define al capitalismo tardío como un régimen en el que el conflicto de clases del capitalismo liberal se ha vuelto latente y las crisis periódicas se han convertido en una crisis permanente y larvada. Metodológicamente, las tesis habermasianas parten de la teoría de sistemas para interpretar el fenómeno de la crisis. En ese sentido, dice Habermas, las crisis surgen cuando la estructura de un sistema de sociedad admite menos posibilidades de resolver problemas que las requeridas para su conservación. Se trata en definitiva, de un problema de autogobierno, donde la legitimidad del sistema político se vuelve un aspecto central (Habermas, 1973).
En definitiva, para el caso uruguayo, el problema de la gobernabilidad empieza a ser trascendental con la apertura democrática. A nuestro entender juegan aquí dos factores fundamentales: en primer lugar una revalorización de todos los actores políticos del sistema democrático y sus instituciones, relegando la discusión sustantivistas vs. formalistas a un segundo plano; en segundo lugar, y ligado a lo anterior el reconocimiento explícito de los "déficits" del sistema y la necesidad de lograr acuerdos que logren superar las trabas impuestas por la lógica electoral y de gobierno.
Es en ese marco que surgen dos líneas de trabajo en el seno de la clase política. En primer lugar, nos referimos a la búsqueda de una Reforma Constitucional que desbloquee el sistema. A ella se llega finalmente en 1996, aunque luego discutiremos si verdaderamente cumplió con esa función, o primaron otras. En segundo lugar, en tanto no se modificaran los mecanismos institucionales, se intentaron formas de cogobierno que sustentaran la fragilidad del sistema puesto en cuestión. Recordemos, por ejemplo las instancias de la Conapro en los años de apertura; el Gobierno de Unidad Nacional como continuidad de la Conapro en 1984; el llamado a una "coalición a la europea" por parte de Lacalle en 1989; y finalmente la forma más pura de coalición que logran los Partidos Colorado y Blanco con el segundo gobierno de Sanguinetti.
Obviamente, lo interesante para nuestro análisis es comprobar cómo más allá de una larga historia de coparticipación, desde la apertura los alcances coalicionales han sido limitados. El gobierno a base de vetos por Sanguinetti en el período 1985-1989 por un lado, y el fracaso del llamado a la unidad nacional en el gobierno de Lacalle de 1990-1994, contrasta con la vigencia hasta último momento de la coalición "rosada" como se le ha llamado popularmente. Esta última, no sólo ha permitido la legislación de fundamentales reformas (seguridad social, estado, constitucional; además de Leyes de envergadura como seguridad ciudadana, nuevo Código de Proceso Penal, el Presupuesto de 1995 que no admitió nuevos gastos en las sucesivas rendiciones de cuentas, Ley de Inversiones, etc.), sino que además ha perdurado en el tiempo hasta el final del mandato presidencial. Veremos luego, cuál es el contexto de este episodio histórico y las posibles explicaciones del caso.
El trabajo estará dividido en cinco partes. En primer lugar haremos una breve síntesis de cómo operó desde sus orígenes el sistema político en el Uruguay. Luego analizaremos algunas de las tesis más arraigadas sobre la estructura política, para finalmente analizar el sistema de partidos, el sistema electoral y el sistema de gobierno. Finalmente se incluirán en el Anexo, una serie de cuadros con los principales resultados electorales de los últimos años.
Una de las características específicas del Uruguay fue la temprana instalación de un sistema político pluralista, con un sistema electoral que permitía la renovación regular de sus figuras públicas, una participación universal (incluido analfabetos) masculina desde 1916 y femenina desde 1934. A esto se suma una rotación cierta de los partidos en el Gobierno (aunque los colorados lo controlaron de forma casi monopólica desde 1865 hasta 1958), lo que arroja una cultura democrática atípica entre los países en desarrollo, que sucumbiría por primera vez luego de prolongada resistencia (G. Rama, 1987).
El proyecto modernizador e industrial – democrático.
Desde la colonia, nuestra economía estuvo vinculada a un sistema de tipo mercantilista. Aún bajo el "dominio honorario" del Imperio Británico al cual nuestro país se asoció hacia 1870, la base de la economía nacional fue de tipo "extractiva", donde el interior rural-ganadero marcaría fuertes contrastes con el puerto-capital. Aquí se consolidarían tres órdenes económicos: el nuevo empresariado rural de tipo capitalista y productor de lanas, los estancieros-caudillos propiamente extractivos y productores de carne, y los comerciantes vinculados al puerto.
En ese marco, el Estado durante todo el Siglo XIX se puede caracterizar como muy débil. Ello iba de la mano con una identidad nacional muy difusa. Así tiene lugar el desarrollo de los partidos blanco y colorado, participantes de numerosos enfrentamientos hasta el año 1904 donde el Estado y el Partido Colorado –gobernante- pasaban a detentar el monopolio de la violencia pública. Por entonces empezaban a definirse los perfiles de simpatías: los colorados con mayor presencia en la capital y adhesiones de los sectores comerciales de origen europeo, en los inmigrantes (fundamentalmente italianos) y entre los pequeños agricultores; los blancos con mayor presencia en el medio rural y específicamente con amplio apoyo entre los ganaderos.
Ante la ausencia de un Estado fuerte, el siglo pasado fue testigo del surgimiento de numerosas experiencias asociativas ya sea de base comunitaria (inmigrantes) o sindical. También los grupos superiores se fueron organizando dando origen a la Asociación Rural, la Bolsa de Comercio, grupos bancarios, etc. En todos estos casos, una de las características de la cultura política del país fue la ausencia de los integrantes de la burguesía en el sistema político. No sería hasta el Gobierno de Bordaberry que éstos se integraran al aparato del Estado. Hasta entonces constituirían grupos de presión que influirían en la toma de decisiones del Estado.
Sobre principios de este siglo se fue generando el proyecto innovador. Algunas de las condiciones previas para que éste pudiera afirmarse fueron: el agotamiento precoz de la modernización ganadera (recordemos el alambramiento de los campos) articulada con el dominio inglés, la transformación de una burguesía agraria emprendedora, y la crisis del esquema político tradicional (G. Rama, 1987). Esto último tuvo lugar en 1904 con la muerte de Aparicio Saravia, y la posterior desarticulación del sistema de reparto de departamentos que no respondían al Estado, sino al caudillo partidario.
Recién entonces estaban dadas las condiciones para emprender tres décadas de transformaciones que irían a fundamentar la creación del Uruguay moderno.
En materia económica las principales transformaciones tuvieron lugar entre 1911 y 1915: creación de un sistema bancario nacional, con funciones monopólicas en la emisión, hipotecas y seguros; creación de empresas públicas en diferentes actividades: puertos, electricidad, ferrocarriles, pesca, química, y más adelante (1932) refinación de petróleo y teléfonos. En ese marco fueron generándose discursos fuertemente progresistas, donde el Estado tenía un rol fundamental en la distribución de la riqueza, y donde no faltaban citas y referencias hacia el socialismo, y el bienestar obrero.
El proceso de modernización termina robusteciéndose con otros acontecimientos: el proceso de secularización, que se centra en la separación entre Iglesia y Estado; pioneras legislaciones liberales en política familiar (Ley de Divorcios de 1907); y en definitiva, un espectro de políticas reformistas como gratuidad de la enseñanza media y universitaria; legislación laboral protectora (Ley de 8 horas de 1915; día semanal de descanso de 1920; obligación patronal de tomar medidas preventivas contra accidentes de trabajo de 1914; salario mínimo para trabajadores rurales de 1923, etc.). En materia de seguridad social se comprendió la pensión de vejez para indigentes (1919); reorganización de caja de jubilaciones para empleados públicos (1904), creación de caja para empleados de servicios públicos (1919), empleados bancarios (1925) y empleados de la industria y el comercio (1928), etc. Todos estos cambios progresivos tendrían lógicamente su repercusión en la más equilibrada estratificación social de la región. Aún así, y más allá de los éxitos indudables en los diferentes campos, hay cierto concenso en señalar el mantenimiento de statu quo en la estructura minifundio – latifundio, manteniéndose además la baja productividad por hectárea en el medio rural.
A todo esto, Batlle quiso sumar a su proyecto de transformación, cambios en el sistema de gobierno que permitieran privilegiar un sistema de dominación de tipo carismático a uno de tipo antiautoritario, por medio de un organismo colegiado. Un organismo de este tipo, además, según la concepción modernizante obligaría a los Partidos a adecuar sus estructuras sin hacerlas depender de figuras y liderazgos individuales.
En el plano social, se habla de una "estatización de la sociedad" (G. Rama, 1987), que tuvo lugar conforme se privilegiaba la integración democrática, que luego reforzará la identidad de la sociedad uruguaya. Posteriormente cuando la sociedad devenga hiperintegrada y el Estado carente de proyecto de desarrollo, la imagen será la inversa. Sin embargo esta tesis ha sido cuestionada por numerosos historiados, quienes releyendo la historia de estos años, han logrado posicionar en sus justos términos a una sociedad civil que nunca dejó de carecer de fuerza. Valga en tal sentido, citar el rol de los sindicatos anarquistas y cristianos de principios de siglo, como agentes particularmente importantes para la reivindicación de numerosas leyes aprobadas por el parlamento (Zubillaga y Cayota, 1988; Zubillaga, 1989).
Este período signado por el proyecto innovador tendrá un revés con la crisis del 29. En términos generales, esta crisis provocó en A.L. la crisis del sistema oligárquico de dominación. Para el Uruguay redundará en crisis institucional (dictadura de Terra en 1933) y la irrupción luego de un nuevo estilo de desarrollo, esta vez basado en la sustitución de importaciones.
El Golpe de 1933 fue liderado por Gabriel Terra, electo por el Batllismo y aliado en su nueva aventura con los colorados riveristas y a la mayoría del Partido Nacional, liderada por el notorio conservador Luis Alberto de Herrera. Ambas tendencias, entonces, se caracterizaban sin dudas, por ser fieles representantes de la alta oligarquía nacional. Las orientaciones económicas, tendientes a privilegiar la ganadería exportadora, vuelve a recordarnos el esquema del Dominio Honorario Británico. La oposición estaba conformada por el futuro Partido Nacional Independiente, por el batllismo, por la Unión Cívica y los socialistas. Desde la sociedad civil no irrumpieron revueltas, lo que evidencia la debilidad de la misma, a pesar de los matices ya sugeridos. La dictadura (o "dictablanda" como se le llamó popularmente por la ausencia de represión masiva) duró hasta 1938, legitimada por una nueva Constitución Presidencialista (1934). En 1938 asume la presidencia el Gral. Baldomir quien inicia una apertura que dará lugar a elecciones libres en 1942.
Luego de una caída en la economía en los años que van de 1930 a 1944, se emprende nuevamente una expansión que genera un "decenio glorioso" entre 1945 y 1955, con un crecimiento anual del 8.5%. Son años en que los dirigentes catalogarán al Uruguay como "Suiza de América", "a la vanguardia del mundo en materia social", etc. El neo-batllismo, en este marco lanza otra serie de políticas de bienestar social, lideradas esta vez por los Consejos de Salarios de 1943 (Finch, 1989). Este espacio histórico ha sido denominado por Rama, "proyecto democrático – industrializador". En efecto, la industrialización fue dominante en este período histórico. La concepción del desarrollo giraba en torno al papel de la Industria y del Estado. Evidentemente se cometerían los mismos errores que en el resto de A.L. en cuánto al modelo sustitutivo. A su vez, nuevamente estos momentos históricos irían de la mano con un mayor nivel de conflicto entre los intereses rurales y los industriales.
En el plano social, se rescata un reforzamiento de la sociedad civil, y una vigorosa movilidad social que despertó una numerosa clase media.
En lo político el Partido Colorado se organizó en torno al liderazgo de Luis Batlle Berres, a la vez que el Partido Nacional robustecería sus perfiles conservadores.
En ese marco, el Estado durante todo el Siglo XIX se puede caracterizar como muy débil. Ello iba de la mano con una identidad nacional muy difusa. Así tiene lugar el desarrollo de los partidos blanco y colorado, participantes de numerosos enfrentamientos hasta el año 1904 donde el Estado y el Partido Colorado –gobernante- pasaban a detentar el monopolio de la violencia pública. Por entonces empezaban a definirse los perfiles de simpatías: los colorados con mayor presencia en la capital y adhesiones de los sectores comerciales de origen europeo, en los inmigrantes (fundamentalmente italianos) y entre los pequeños agricultores; los blancos con mayor presencia en el medio rural y específicamente con amplio apoyo entre los ganaderos.
Ante la ausencia de un Estado fuerte, el siglo pasado fue testigo del surgimiento de numerosas experiencias asociativas ya sea de base comunitaria (inmigrantes) o sindical. También los grupos superiores se fueron organizando dando origen a la Asociación Rural, la Bolsa de Comercio, grupos bancarios, etc. En todos estos casos, una de las características de la cultura política del país fue la ausencia de los integrantes de la burguesía en el sistema político. No sería hasta el Gobierno de Bordaberry que éstos se integraran al aparato del Estado. Hasta entonces constituirían grupos de presión que influirían en la toma de decisiones del Estado.
Sobre principios de este siglo se fue generando el proyecto innovador. Algunas de las condiciones previas para que éste pudiera afirmarse fueron: el agotamiento precoz de la modernización ganadera (recordemos el alambramiento de los campos) articulada con el dominio inglés, la transformación de una burguesía agraria emprendedora, y la crisis del esquema político tradicional (G. Rama, 1987). Esto último tuvo lugar en 1904 con la muerte de Aparicio Saravia, y la posterior desarticulación del sistema de reparto de departamentos que no respondían al Estado, sino al caudillo partidario.
Recién entonces estaban dadas las condiciones para emprender tres décadas de transformaciones que irían a fundamentar la creación del Uruguay moderno.
En materia económica las principales transformaciones tuvieron lugar entre 1911 y 1915: creación de un sistema bancario nacional, con funciones monopólicas en la emisión, hipotecas y seguros; creación de empresas públicas en diferentes actividades: puertos, electricidad, ferrocarriles, pesca, química, y más adelante (1932) refinación de petróleo y teléfonos. En ese marco fueron generándose discursos fuertemente progresistas, donde el Estado tenía un rol fundamental en la distribución de la riqueza, y donde no faltaban citas y referencias hacia el socialismo, y el bienestar obrero.
El proceso de modernización termina robusteciéndose con otros acontecimientos: el proceso de secularización, que se centra en la separación entre Iglesia y Estado; pioneras legislaciones liberales en política familiar (Ley de Divorcios de 1907); y en definitiva, un espectro de políticas reformistas como gratuidad de la enseñanza media y universitaria; legislación laboral protectora (Ley de 8 horas de 1915; día semanal de descanso de 1920; obligación patronal de tomar medidas preventivas contra accidentes de trabajo de 1914; salario mínimo para trabajadores rurales de 1923, etc.). En materia de seguridad social se comprendió la pensión de vejez para indigentes (1919); reorganización de caja de jubilaciones para empleados públicos (1904), creación de caja para empleados de servicios públicos (1919), empleados bancarios (1925) y empleados de la industria y el comercio (1928), etc. Todos estos cambios progresivos tendrían lógicamente su repercusión en la más equilibrada estratificación social de la región. Aún así, y más allá de los éxitos indudables en los diferentes campos, hay cierto concenso en señalar el mantenimiento de statu quo en la estructura minifundio – latifundio, manteniéndose además la baja productividad por hectárea en el medio rural.
A todo esto, Batlle quiso sumar a su proyecto de transformación, cambios en el sistema de gobierno que permitieran privilegiar un sistema de dominación de tipo carismático a uno de tipo antiautoritario, por medio de un organismo colegiado. Un organismo de este tipo, además, según la concepción modernizante obligaría a los Partidos a adecuar sus estructuras sin hacerlas depender de figuras y liderazgos individuales.
En el plano social, se habla de una "estatización de la sociedad" (G. Rama, 1987), que tuvo lugar conforme se privilegiaba la integración democrática, que luego reforzará la identidad de la sociedad uruguaya. Posteriormente cuando la sociedad devenga hiperintegrada y el Estado carente de proyecto de desarrollo, la imagen será la inversa. Sin embargo esta tesis ha sido cuestionada por numerosos historiados, quienes releyendo la historia de estos años, han logrado posicionar en sus justos términos a una sociedad civil que nunca dejó de carecer de fuerza. Valga en tal sentido, citar el rol de los sindicatos anarquistas y cristianos de principios de siglo, como agentes particularmente importantes para la reivindicación de numerosas leyes aprobadas por el parlamento (Zubillaga y Cayota, 1988; Zubillaga, 1989).
Este período signado por el proyecto innovador tendrá un revés con la crisis del 29. En términos generales, esta crisis provocó en A.L. la crisis del sistema oligárquico de dominación. Para el Uruguay redundará en crisis institucional (dictadura de Terra en 1933) y la irrupción luego de un nuevo estilo de desarrollo, esta vez basado en la sustitución de importaciones.
El Golpe de 1933 fue liderado por Gabriel Terra, electo por el Batllismo y aliado en su nueva aventura con los colorados riveristas y a la mayoría del Partido Nacional, liderada por el notorio conservador Luis Alberto de Herrera. Ambas tendencias, entonces, se caracterizaban sin dudas, por ser fieles representantes de la alta oligarquía nacional. Las orientaciones económicas, tendientes a privilegiar la ganadería exportadora, vuelve a recordarnos el esquema del Dominio Honorario Británico. La oposición estaba conformada por el futuro Partido Nacional Independiente, por el batllismo, por la Unión Cívica y los socialistas. Desde la sociedad civil no irrumpieron revueltas, lo que evidencia la debilidad de la misma, a pesar de los matices ya sugeridos. La dictadura (o "dictablanda" como se le llamó popularmente por la ausencia de represión masiva) duró hasta 1938, legitimada por una nueva Constitución Presidencialista (1934). En 1938 asume la presidencia el Gral. Baldomir quien inicia una apertura que dará lugar a elecciones libres en 1942.
Luego de una caída en la economía en los años que van de 1930 a 1944, se emprende nuevamente una expansión que genera un "decenio glorioso" entre 1945 y 1955, con un crecimiento anual del 8.5%. Son años en que los dirigentes catalogarán al Uruguay como "Suiza de América", "a la vanguardia del mundo en materia social", etc. El neo-batllismo, en este marco lanza otra serie de políticas de bienestar social, lideradas esta vez por los Consejos de Salarios de 1943 (Finch, 1989). Este espacio histórico ha sido denominado por Rama, "proyecto democrático – industrializador". En efecto, la industrialización fue dominante en este período histórico. La concepción del desarrollo giraba en torno al papel de la Industria y del Estado. Evidentemente se cometerían los mismos errores que en el resto de A.L. en cuánto al modelo sustitutivo. A su vez, nuevamente estos momentos históricos irían de la mano con un mayor nivel de conflicto entre los intereses rurales y los industriales.
En el plano social, se rescata un reforzamiento de la sociedad civil, y una vigorosa movilidad social que despertó una numerosa clase media.
En lo político el Partido Colorado se organizó en torno al liderazgo de Luis Batlle Berres, a la vez que el Partido Nacional robustecería sus perfiles conservadores.
Sociedad hiperintegrada y crisis.
Como se dijo, el modelo sustitutivo cometió errores que fueron manifestándose en la economía desde fines de los cincuenta. Al inicio esta crisis se hace sentir menos pues se echó mano al capital preexistente, a las reservas monetarias, y al endeudamiento. Incluso la inflación producida por la presión de los grupos sociales dio al principio una imagen de dinamismo. No obstante ello se empezó a sentir las consecuencias de las transferencias del sector ganadero al urbano, lo que unido a la caída de los precios de la lana luego de finalizada la guerra con Corea, irían a afectar la relación gobierno – ganaderos.
Se crea así en 1951 la Liga Federal de Acción Ruralista de tendencia conservadora, liderada por Benito Nardone. En definitiva, el crecimiento de este grupo le daría la victoria por fín al Partido Nacional en 1958, donde al ruralismo le cupo la mitad de los puestos de la mayoría del Consejo Nacional de Gobierno.
En el plano social, la sociedad civil pasa a invadir el Estado, por medio de crecientes demandas y reivindicaciones particularistas. En el plano económico, el triunfo del Partido Nacional en 1958, traería cambios. En el primer período de Gobierno (1959-63) comienza un traslado de riquezas hacia el sector agrario y una desarticulación de los mecanismos intervencionistas del Estado. La influencia de Nardone se hizo sentir en las políticas económicas, lideradas entonces por el Ministro de Hacienda, Juan Eduardo Azzini, para quien la "vieja mentalidad de oligarquía capitalina, nunca comprendió que primero estaba el sector agropecuario". Estudios posteriores confirmarían sin embargo, que a pesar de las políticas económicas impuestas en su momento (fundamentalmente la Ley de Reforma Monetaria y Cambiaria de Diciembre de 1959), la alianza herrero-ruralista no pudo revertir claramente la transferencia de recursos del medio rural al urbano. Las elecciones de 1962, vuelven a dar la victoria al Partido Nacional, pero esta vez a una nueva mayoría, integrada por la UBD y el herrerismo ortodoxo, liderado por Eduardo V. Haedo. Acabado el modelo neobatllista, y fracasado su alternativa ruralista, el perfil de este segundo gobierno nacionalista, que predicaba fundamentalmente limitaciones al intervencionismo estatal, pasó por el intento de buscar fórmulas técnicas que permitieran al país salir de la crisis. Se rescata, en ese marco, la necesidad de contar con instrumentos de planificación en el plano socio-económico, lo que llevaría a la constitución de una Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE), fuertemente inspirada en los planteos Cepalinos de la época. Sus principales contribuciones, sin embargo, no pudieron nunca llevarse a la práctica.
Por lo demás, en el plano político, se afirmaron tendencias en el bipartidismo que incidirían en la posterior crisis del sistema:
Se crea así en 1951 la Liga Federal de Acción Ruralista de tendencia conservadora, liderada por Benito Nardone. En definitiva, el crecimiento de este grupo le daría la victoria por fín al Partido Nacional en 1958, donde al ruralismo le cupo la mitad de los puestos de la mayoría del Consejo Nacional de Gobierno.
En el plano social, la sociedad civil pasa a invadir el Estado, por medio de crecientes demandas y reivindicaciones particularistas. En el plano económico, el triunfo del Partido Nacional en 1958, traería cambios. En el primer período de Gobierno (1959-63) comienza un traslado de riquezas hacia el sector agrario y una desarticulación de los mecanismos intervencionistas del Estado. La influencia de Nardone se hizo sentir en las políticas económicas, lideradas entonces por el Ministro de Hacienda, Juan Eduardo Azzini, para quien la "vieja mentalidad de oligarquía capitalina, nunca comprendió que primero estaba el sector agropecuario". Estudios posteriores confirmarían sin embargo, que a pesar de las políticas económicas impuestas en su momento (fundamentalmente la Ley de Reforma Monetaria y Cambiaria de Diciembre de 1959), la alianza herrero-ruralista no pudo revertir claramente la transferencia de recursos del medio rural al urbano. Las elecciones de 1962, vuelven a dar la victoria al Partido Nacional, pero esta vez a una nueva mayoría, integrada por la UBD y el herrerismo ortodoxo, liderado por Eduardo V. Haedo. Acabado el modelo neobatllista, y fracasado su alternativa ruralista, el perfil de este segundo gobierno nacionalista, que predicaba fundamentalmente limitaciones al intervencionismo estatal, pasó por el intento de buscar fórmulas técnicas que permitieran al país salir de la crisis. Se rescata, en ese marco, la necesidad de contar con instrumentos de planificación en el plano socio-económico, lo que llevaría a la constitución de una Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE), fuertemente inspirada en los planteos Cepalinos de la época. Sus principales contribuciones, sin embargo, no pudieron nunca llevarse a la práctica.
Por lo demás, en el plano político, se afirmaron tendencias en el bipartidismo que incidirían en la posterior crisis del sistema:
- mayor fraccionalización al interior de los partidos
- se exacerbó la política de clientelismo
- se abusó del pasaje de políticos de segundo rango a funciones públicas
- polarización a la interna de los partidos
- instalación de grupos económicos en esferas estatales
El primer punto es de enorme interés. Fíjese el lector, el dinamismo de las fracciones al interior de los partidos tradicionales. En el Partido Nacional, luego de la muerte de Herrera, el herrerismo se quiebra en dos alas: una más ligada el ruralismo, liderada por Martín Etchegoyen, y la otra, conocida como herrerismo ortodoxo, liderada como se dijo, por Eduardo V. Haedo. Este sector, a su vez, se alió para las elecciones de 1962 con la única intención de detener a "Chico-Tazo". La alianza electoral se realizó con la Unión Blanca Democrática (UBD), fundada en 1956, por tres vertientes nacionalistas: el Movimiento Popular Nacionalista (MPN), "Reconstrucción Blanca" y Partido Nacional Independiente. El triunfo de 1962 fue para los liderados por Daniel Fernández Crespo, conocidos como la ubedoxia. La muerte de Fernández Crespo, sin embargo, vuelve a facilitar los desgarramientos: el MPN se alía con los herrero-ruralistas en la "Alianza Nacionalista"; en tanto los nacionalistas independientes y "Reforma Blanca" se unen al Movimiento de Rocha (fundado en 1964) integrando el "Movimiento Reforma y Desarrollo".
En el Partido Colorado, por su lado, a la tradicional divergencias entre las listas 14 y 15, se sumaron interesantes movimientos políticos. En 1958 concurrieron tres listas batllistas: el quincismo (Manuel Rodríguez Correa); el catorcismo (Cesar Batlle Pacheco); y la minoritaria lista 16. Fuera del lema se presentaron algunos terristas, reunidos al amparo de la Unión Demócrata Reformista. Para 1962 se logran rearticular los sectores riveristas, terristas, baldomiristas y blancoacevedistas; pero surge el sublema "Por el Gobierno del Pueblo", provisto de dirigentes de la 15 (Michelini, Batalla, Lanza) y de la 14 (Renán Rodríguez, Enrique Martínez Moreno). La 14, por su lado, conformaría la "Unión Colorada y Batllista". Tras la muerte de Batlle Berres, sin embargo, vuelven a sucederse nuevos recortes. Jorge Batlle logra "ganar la interna" del sector y funda "Unidad y Reforma". Los disidentes se reunirán en torno a la "315". Así se llega a 1966 con cinco fórmulas presidenciales: la que se impuso (Oscar Gestido y Pacheco); seguida de Batlle-Lacarte Muró; Vasconcellos-R.Rodríguez; Michelini-Lanza; y la lista encabezada por Justino Jiménez de Aréchaga, de poca significación.
A esto se sumaron crisis en las dimensiones de la identidad de las clases medias, obreros e intelectuales, que se expresaron en la radicalización del movimiento estudiantil y la gravitación del mov. sindical; la ampliación de bases de los partidos marxistas; la transformación progresista de la Unión Cívica en PDC; y la posterior creación del Frente Amplio, etc.
En efecto, los años sesenta también marcaron importantes hitos en los partidos menores: cívicos, socialistas y comunistas. La Unión Cívica, empieza a mostrar signos de decadencia en lo programático, lo que motivara el surgimiento de jóvenes demócrata cristianos y un "Movimiento Social Cristiano" que levantarían banderas progresistas en lo socio-económico, inspirados en el éxito de otras democracias cristianas en Europa y América, fundamentalmente el caso chileno. El complicado proceso de gestación del PDC, tiene importantes avances en los años 1963, 64 y 65. En este último, se integra el citado Movimiento Social Cristiano, y se alejan figuras conservadoras vinculadas a la vieja dirección de la UC. Estos disidentes, junto al senador Flores, fundan el "Movimiento Cívico Cristiano", que en disputa electoral con el PDC sólo cosecharían 4.230 votos. Por su lado, la dupla Gelsi Bidart-Chiarino, conseguiría 37.219 votos. Por su lado, el Partido Socialista, que venía de una polémica interna entre una concepción más social-demócrata de Frugoni, con otra más ideologizada, concreta con otras fuerzas acuerdos electorales que dan origen a la Unión Popular, de escaso impacto electoral. Mientras tanto el Partido Comunista, conforma sus propias alianzas, fundando el Frente Izquierda de Liberación (Fidel) que lograría más de 40 mil votos en las elecciones de 1962, y casi 70.000 en 1966.
En este marco las elecciones de 1966, en medio de un bipartidismo fragmentado, volvían a proponer nuevas vías de solución a la crisis. Se plebiscitaría entonces una Reforma Constitucional por la cual se vuelve a un régimen presidencialista para darle mayor ejecutividad al gobierno. El otro cambio fue la elevación por parte de los partidos tradicionales de figuras alejadas de la cara demagógica y clientelística de la política. Gestido ganaría entonces las elecciones, pero con su fallecimiento, asume un prácticamente desconocido Sr. Pacheco Areco, quien accede a la postulación después de haberse negado Michelini, Luisi y Lacarte Muró. El ex director de "El Día", inauguraría así un nuevo período crucial para nuestra historia política.
El Gobierno de Pacheco aplica en lo económico un modelo de intervencionismo estabilizador, transfiriendo ingresos de los salarios al capital, unido a políticas antiinflacionarias que no pudieron modificar el estancamiento. Aquí el sistema político se volvió a mostrar inoperante. A duras penas se llega a las elecciones de 1971 donde se polarizan las posiciones e intervinieron de diversa forma, los actores sociales. Esto se dio en medio de un panorama anómico, de desagregación social, con irrupción de la violencia. No es raro ni fortuito entonces, que los tupamaros integraran sus filas con un perfil que sintetiza claramente la crisis de integración entre quienes habían conformado el eje social del modelo mesocrático batllista).
En lo concerniente al sistema político, merece especial atención a nuestros efectos, el pasaje a un cuadro de "pluralismo limitado", o sistema de dos partidos y medio: nos estamos refiriendo sin duda al origen de un Frente Amplio que logra terciar en el panorama electoral. Esta coalición empieza a manifestarse como una opción real luego del llamado que hace el PDC en Junio de 1968 a adelantar las elecciones de acuerdo con las normas constitucionales; y a conformar un frente de partidos y fracciones opuestos a la orientación política, social y económica del gobierno (Zubillaga y Pérez, 1983). En Febrero de 1971 se constituye entonces el FA con la participación de la democracia cristiana, la 99, el Movimiento Blanco Popular y Progresista, el Fidel, el Partido Comunista, los socialistas, el movimiento socialista, y la lista 58 del Partido Nacional.
Luego de las elecciones del 71, que son ganadas por el continuismo pachequista, en este caso, a través de la presidencia de Bordaberry, se procesan duros años que manifiestan una alta polarización política, y un fuerte enfrentamiento entre los poderes legislativos y ejecutivo; lo que termina con la disolución de las Cámaras el 27 de Junio de 1973. Se llega así, en una apretada síntesis, al golpe de Estado. Luego le sucede la restauración democrática. Aquí sobresale, por fín, la discusión sobre cómo el sistema político y el sistema de gobierno pudieron haber influído en la caída de las instituciones.
En el Partido Colorado, por su lado, a la tradicional divergencias entre las listas 14 y 15, se sumaron interesantes movimientos políticos. En 1958 concurrieron tres listas batllistas: el quincismo (Manuel Rodríguez Correa); el catorcismo (Cesar Batlle Pacheco); y la minoritaria lista 16. Fuera del lema se presentaron algunos terristas, reunidos al amparo de la Unión Demócrata Reformista. Para 1962 se logran rearticular los sectores riveristas, terristas, baldomiristas y blancoacevedistas; pero surge el sublema "Por el Gobierno del Pueblo", provisto de dirigentes de la 15 (Michelini, Batalla, Lanza) y de la 14 (Renán Rodríguez, Enrique Martínez Moreno). La 14, por su lado, conformaría la "Unión Colorada y Batllista". Tras la muerte de Batlle Berres, sin embargo, vuelven a sucederse nuevos recortes. Jorge Batlle logra "ganar la interna" del sector y funda "Unidad y Reforma". Los disidentes se reunirán en torno a la "315". Así se llega a 1966 con cinco fórmulas presidenciales: la que se impuso (Oscar Gestido y Pacheco); seguida de Batlle-Lacarte Muró; Vasconcellos-R.Rodríguez; Michelini-Lanza; y la lista encabezada por Justino Jiménez de Aréchaga, de poca significación.
A esto se sumaron crisis en las dimensiones de la identidad de las clases medias, obreros e intelectuales, que se expresaron en la radicalización del movimiento estudiantil y la gravitación del mov. sindical; la ampliación de bases de los partidos marxistas; la transformación progresista de la Unión Cívica en PDC; y la posterior creación del Frente Amplio, etc.
En efecto, los años sesenta también marcaron importantes hitos en los partidos menores: cívicos, socialistas y comunistas. La Unión Cívica, empieza a mostrar signos de decadencia en lo programático, lo que motivara el surgimiento de jóvenes demócrata cristianos y un "Movimiento Social Cristiano" que levantarían banderas progresistas en lo socio-económico, inspirados en el éxito de otras democracias cristianas en Europa y América, fundamentalmente el caso chileno. El complicado proceso de gestación del PDC, tiene importantes avances en los años 1963, 64 y 65. En este último, se integra el citado Movimiento Social Cristiano, y se alejan figuras conservadoras vinculadas a la vieja dirección de la UC. Estos disidentes, junto al senador Flores, fundan el "Movimiento Cívico Cristiano", que en disputa electoral con el PDC sólo cosecharían 4.230 votos. Por su lado, la dupla Gelsi Bidart-Chiarino, conseguiría 37.219 votos. Por su lado, el Partido Socialista, que venía de una polémica interna entre una concepción más social-demócrata de Frugoni, con otra más ideologizada, concreta con otras fuerzas acuerdos electorales que dan origen a la Unión Popular, de escaso impacto electoral. Mientras tanto el Partido Comunista, conforma sus propias alianzas, fundando el Frente Izquierda de Liberación (Fidel) que lograría más de 40 mil votos en las elecciones de 1962, y casi 70.000 en 1966.
En este marco las elecciones de 1966, en medio de un bipartidismo fragmentado, volvían a proponer nuevas vías de solución a la crisis. Se plebiscitaría entonces una Reforma Constitucional por la cual se vuelve a un régimen presidencialista para darle mayor ejecutividad al gobierno. El otro cambio fue la elevación por parte de los partidos tradicionales de figuras alejadas de la cara demagógica y clientelística de la política. Gestido ganaría entonces las elecciones, pero con su fallecimiento, asume un prácticamente desconocido Sr. Pacheco Areco, quien accede a la postulación después de haberse negado Michelini, Luisi y Lacarte Muró. El ex director de "El Día", inauguraría así un nuevo período crucial para nuestra historia política.
El Gobierno de Pacheco aplica en lo económico un modelo de intervencionismo estabilizador, transfiriendo ingresos de los salarios al capital, unido a políticas antiinflacionarias que no pudieron modificar el estancamiento. Aquí el sistema político se volvió a mostrar inoperante. A duras penas se llega a las elecciones de 1971 donde se polarizan las posiciones e intervinieron de diversa forma, los actores sociales. Esto se dio en medio de un panorama anómico, de desagregación social, con irrupción de la violencia. No es raro ni fortuito entonces, que los tupamaros integraran sus filas con un perfil que sintetiza claramente la crisis de integración entre quienes habían conformado el eje social del modelo mesocrático batllista).
En lo concerniente al sistema político, merece especial atención a nuestros efectos, el pasaje a un cuadro de "pluralismo limitado", o sistema de dos partidos y medio: nos estamos refiriendo sin duda al origen de un Frente Amplio que logra terciar en el panorama electoral. Esta coalición empieza a manifestarse como una opción real luego del llamado que hace el PDC en Junio de 1968 a adelantar las elecciones de acuerdo con las normas constitucionales; y a conformar un frente de partidos y fracciones opuestos a la orientación política, social y económica del gobierno (Zubillaga y Pérez, 1983). En Febrero de 1971 se constituye entonces el FA con la participación de la democracia cristiana, la 99, el Movimiento Blanco Popular y Progresista, el Fidel, el Partido Comunista, los socialistas, el movimiento socialista, y la lista 58 del Partido Nacional.
Luego de las elecciones del 71, que son ganadas por el continuismo pachequista, en este caso, a través de la presidencia de Bordaberry, se procesan duros años que manifiestan una alta polarización política, y un fuerte enfrentamiento entre los poderes legislativos y ejecutivo; lo que termina con la disolución de las Cámaras el 27 de Junio de 1973. Se llega así, en una apretada síntesis, al golpe de Estado. Luego le sucede la restauración democrática. Aquí sobresale, por fín, la discusión sobre cómo el sistema político y el sistema de gobierno pudieron haber influído en la caída de las instituciones.
Esta temática ha sido ampliamente difundida en el medio académico uruguayo a partir de la aparición pública de la tesis doctoral de Luis E. González: "Estructuras políticas y democracia en Uruguay". González parte del concepto menos multidimensional, y por lo tanto menos polémico, de poliarquía, para definir y delimitar el concepto de democracia. Como se sabe, el concepto de poliarquía ha sido ampliamente difundido por Dahl, a partir de un fructífero trabajo de 1971. En efecto, este autor norteamericano, propone dos dimensiones fundamentales: "public contestation" (oposición, competencia pluralista) e "inclusiveness" (participación política). Además de estas, Dahl adelantó que la democratización podría tener otras dimensiones, entre las cuáles, las que tendieran a lo que hoy se conoce como "democracia social".
De esta manera, en términos operativos, existirá poliarquía si se dan dos condiciones: a) una participación política significativa, y b) la posibilidad de organizar la oposición pública contra quienes gobiernan; esto es: existencia de sistemas multipartidarios y elecciones regulares. Al menos estas dos dimensiones parecen legítimas para países que han superado ciertas condiciones previas en el plano económico social, entre los cuáles, señala González, el caso de Uruguay y al menos Argentina y Chile para el caso de A.L. En todo caso, la discusión de estos asuntos, parecería estéril en la medida que la poliarquía no pretende ser un sinónimo de la mucho más compleja democracia.
En efecto, el concepto de democracia incluso reviste raíces particularmente complejas que se remontan a la Grecia Ateniense de los siglos IV y V A.C. (Cfr. Política, de Aristóteles), para ser luego retomada por la literatura política de los Siglos XVIII y XIX. La moderna ciencia política, por su lado ha divulgado numerosas significaciones y clasificaciones de la democracia. Quizá una de las simplificaciones más divulgadas haya sido la que distinguía entre la democracia mínima o "procedimental" y democracia máxima o "sustantiva". Sin duda la primera es la que ha primado en la academia; y recoge contribuciones de Schumpeter y del citado Dahl. Bobbio en esta línea señalará que la democracia procedimental designa un conjunto de reglas jurídico institucionales, donde la libertad se asume como fundamental ante la igualdad, a diferencia del concepto de democracia sustantiva.
Parecería ser una realidad que la democracia en Uruguay ha sido la más exitosa en el concierto latinoamericano: funcionamiento continuo del sistema salvo la dictadura de Terra (1933-1942) y la militar (1973-1984); subordinación del poder militar al civil (salvo la dictadura militar de 1973), la ampliación temprana de los derechos políticos, etc.
La poliarquía uruguaya habría nacido en 1918, para derrumbarse claramente en 1973. La pregunta central es porqué, y la respuesta que da González pasa por la centralidad de los procesos políticos. En concreto intentará demostrar que: (i) "algunas características del sistema político uruguayo que precedieron a la democracia –su tradición presidencialista, su sistema bipartidista y la fraccionalización de sus dos partidos tradicionales –no se modificaron en las etapas iniciales de la poliarquía y duraron ininterrumpidamente por lo menos durante medio siglo; (ii) se convirtieron entonces en estructuras políticas; cuando algunas de estas características se enfrentaron a crisis profundas –en particular el presidencialismo y la fraccionalización de los principales partidos –contribuyeron a la pérdida de eficacia, eficiencia y legitimidad que a su vez condujo al golpe de 1933, y especialmente 1973; (iii) y aunque en 1973 algunos de esos aspectos estructurales habían cambiado, precisamente los responsables de los efectos señalados en (ii) no se modificaron. En realidad, desde un punto de vista estructural las transformaciones –desvanecimiento del bipartidismo, agudización de la fragmentación y polarización en el sistema de partidos- empeoraron la situación. La situación de 1984 restaura este escenario empeorado" (L.González, 1993).
En definitiva, si bien González no descuida los problemas socio-económicos y las dinámicas de corto plazo, cree que hay factores político-estructurales que crearon predisposiciones para que ocurrieran estos hechos: en concreto la fraccionalización de los principales partidos y las instituciones cuasi-presidenciales, a lo que se agrega en 1973, un aumento de la fragmentación y un alto incremento de la polarización del sistema de partidos.
El sistema de partidos en Uruguay. De esta manera, en términos operativos, existirá poliarquía si se dan dos condiciones: a) una participación política significativa, y b) la posibilidad de organizar la oposición pública contra quienes gobiernan; esto es: existencia de sistemas multipartidarios y elecciones regulares. Al menos estas dos dimensiones parecen legítimas para países que han superado ciertas condiciones previas en el plano económico social, entre los cuáles, señala González, el caso de Uruguay y al menos Argentina y Chile para el caso de A.L. En todo caso, la discusión de estos asuntos, parecería estéril en la medida que la poliarquía no pretende ser un sinónimo de la mucho más compleja democracia.
En efecto, el concepto de democracia incluso reviste raíces particularmente complejas que se remontan a la Grecia Ateniense de los siglos IV y V A.C. (Cfr. Política, de Aristóteles), para ser luego retomada por la literatura política de los Siglos XVIII y XIX. La moderna ciencia política, por su lado ha divulgado numerosas significaciones y clasificaciones de la democracia. Quizá una de las simplificaciones más divulgadas haya sido la que distinguía entre la democracia mínima o "procedimental" y democracia máxima o "sustantiva". Sin duda la primera es la que ha primado en la academia; y recoge contribuciones de Schumpeter y del citado Dahl. Bobbio en esta línea señalará que la democracia procedimental designa un conjunto de reglas jurídico institucionales, donde la libertad se asume como fundamental ante la igualdad, a diferencia del concepto de democracia sustantiva.
Parecería ser una realidad que la democracia en Uruguay ha sido la más exitosa en el concierto latinoamericano: funcionamiento continuo del sistema salvo la dictadura de Terra (1933-1942) y la militar (1973-1984); subordinación del poder militar al civil (salvo la dictadura militar de 1973), la ampliación temprana de los derechos políticos, etc.
La poliarquía uruguaya habría nacido en 1918, para derrumbarse claramente en 1973. La pregunta central es porqué, y la respuesta que da González pasa por la centralidad de los procesos políticos. En concreto intentará demostrar que: (i) "algunas características del sistema político uruguayo que precedieron a la democracia –su tradición presidencialista, su sistema bipartidista y la fraccionalización de sus dos partidos tradicionales –no se modificaron en las etapas iniciales de la poliarquía y duraron ininterrumpidamente por lo menos durante medio siglo; (ii) se convirtieron entonces en estructuras políticas; cuando algunas de estas características se enfrentaron a crisis profundas –en particular el presidencialismo y la fraccionalización de los principales partidos –contribuyeron a la pérdida de eficacia, eficiencia y legitimidad que a su vez condujo al golpe de 1933, y especialmente 1973; (iii) y aunque en 1973 algunos de esos aspectos estructurales habían cambiado, precisamente los responsables de los efectos señalados en (ii) no se modificaron. En realidad, desde un punto de vista estructural las transformaciones –desvanecimiento del bipartidismo, agudización de la fragmentación y polarización en el sistema de partidos- empeoraron la situación. La situación de 1984 restaura este escenario empeorado" (L.González, 1993).
En definitiva, si bien González no descuida los problemas socio-económicos y las dinámicas de corto plazo, cree que hay factores político-estructurales que crearon predisposiciones para que ocurrieran estos hechos: en concreto la fraccionalización de los principales partidos y las instituciones cuasi-presidenciales, a lo que se agrega en 1973, un aumento de la fragmentación y un alto incremento de la polarización del sistema de partidos.
El sistema de partidos en el Uruguay se remonta a los primeros años de la Independencia. Aunque por entonces la Constitución liberal de 1830 no los contemplaba, lo cierto es que ya empezaban a notarse las distancias entre el "país legal" y el "país real" que discurría mucho más inorgánicamente a influjo de la acción política caudillesca (Caetano, 1998). En efecto, ni la citada Constitución ni la Ley de Abril de 1830 que fijaba las reglas para la elección del Presidente, contemplaba a los Partidos. Con las divisas y la acción de los caudillos, sin embargo, tenemos el origen de verdaderos "protopartidos".
El otro hito puede ser considerado la Guerra Grande. Allí González explica que los Partidos irían adquiriendo sus principales rasgos: un Partido Colorado más liberal, de tendencia anticlerical y ligado a los intereses urbanos; y un Partido Nacional más conservador y de mayor inserción en el medio rural. De todas formas los dos partidos eran policlasistas, abarcando un amplio espectro ideológico. En torno a ellos, sin duda se ha ido edificando el sistema de partidos en Uruguay. Ello no implica desconocer, por su lado, la existencia de partidos menores, que en el caso del Partido Socialista y de la Unión Cívica, remontan sus orígenes a principio de siglo. Sin embargo, éstos como veremos luego, no son considerados de relevancia para los esquemas de análisis más utilizados en el ámbito de las ciencias políticas.
Para definir nuestro sistema, entonces, podemos partir de los criterios propuestos por el ítalo-norteamericano Sartori. El primer criterio que propone el autor es el numérico, esto es, la cantidad de partidos existentes. Sin embargo, no se trata de contar los partidos legalmente instituidos, y ni siquiera aquellos con representación parlamentaria, sino aquellos relevantes politológicamente. Así diseña un método para contar los partidos: en ese sentido, el partido para ser relevante debe haber integrado acuerdos de gobierno (este es, el criterio "posibilidad de coalición") (Sartori, 1980). Pero además, puede suceder que un Partido jamás haya formado parte de un Gobierno, en tal caso, se entenderá clasificable si su presencia influye en la gestión gubernamental: es el criterio conocido como "posibilidad de chantaje".
De tal manera lo anterior que el formato de un sistema dependerá del número de partidos con posibilidad de coalición y chantaje: podrá existir un sistema con un partido, bipartidista, pluralista limitado, y pluralista. A su vez, en un sistema con un solo partido, distingue el autor entre partido totalitario (caso de los regímenes comunistas), hegemónicos (permite la existencia de otros partidos, pero no hay competencia real) y predominante (hay un solo partido dominante).
Por su lado, la mecánica del sistema dependerá de tres componentes: la "distancia ideológica" (envergadura de las diferencias entre partidos); la "intensidad ideológica" (importancia que los partidos le asignan a lo ideológico); y el tipo de competencia (competencia centrípeta donde los partidos buscan ocupar el mismo espacio, o centrífuga, esto es, de mayor polarización).
Sartori entonces, define al sistema uruguayo como de partido predominante: al haber ganado el Partido Colorado las elecciones desde 1868 hasta 1958, y luego de dos períodos vuelto a ganarlas, deduce el autor italiano que hubo un solo partido de tipo predominante. Operacionalmente, si un partido es capaz de ganar tres mayorías consecutivas en la cámara baja, entonces hay sistema predominante. González discute esta afirmación, aunque basado en criterios más bien formales. Señala en ese sentido que: (i) recién en 1918 se establecieron garantías reales, lo que deja el período 1868-1918 fuera de discusión. (ii) En el período que va de 1918 a 1933, los colorados nunca obtuvieron tres mayorías consecutivas en la cámara baja (la perdieron en 1925). (iii) después de la dictadura de Terra, los colorados ganaron las cuatro elecciones siguientes –1942, 1946, 1950 y 1954- pero en 1946 no lograron mayoría absoluta en la cámara baja. (iv) los blancos triunfaron en 1958 y 1962. (v) los colorados volvieron a ganar las tres elecciones siguientes (1966, 1971 y 1984) pero en las dos últimas no lograron mayorías en las cámaras.
Concluye González que "bajo gobiernos democráticos, Uruguay tuvo un sistema bipartidista la mayor parte del tiempo, pero los colorados lograron convertirse en partido predominante durante cerca de un tercio de la vida democrática del país". Además agrega que bajo gobiernos no democráticos el Partido Colorado también se posiciona mejor siendo predominante de 1868 a 1917, y en el control de la dictadura de Terra.
Independientemente de todo esto, parece claro que a lo largo de todo el siglo, más allá del formato, la mecánica del sistema fue siempre de tipo bipartidista. Así lo confirma el hecho de constatarse una cultura de coparticipación, que se observa en múltiples acuerdos políticos, en la distribución de cargos en los entes autónomos, la distribución de cuotas para empleos en el Estado, negociaciones para modificar la Constitución, etc. (Mieres, 1992).
La otra característica de nuestro sistema es la alta fraccionalización de esos partidos, al punto de haberse hablado de verdaderas coaliciones al interior de los partidos. Incluso se llegó a decir que nuestro bipartidismo en realidad escondía un sistema multipartidista (Lindahl, 1962; Sartori, 1976, Errandonea, 1996). Sin embargo, González vuelve a oponerse a esta visión, señalando la primacía del bipartidismo.
El sistema, por su lado, comienza a cambiar a partir de 1971. Según los términos de Sartori, estaríamos frente a un sistema de tipo "pluralismo limitado". Efectivamente en 1971 aparece el FA y logra un 18% a nivel nacional, y un 31% en Montevideo, desplazando al PN al tercer lugar en la capital del país. Los resultados de 1984 confirman el nuevo formato (a pesar de los esfuerzos de la dictadura por lograr lo contrario) con una votación a nivel nacional de la izquierda del 21% y del 33% en Montevideo. Se registra un nuevo cambio en 1989, con el surgimiento de un cuarto actor (Nuevos Espacio). El FA repite el 21% pero logra un 36% en la capital, obteniendo así la intendencia Municipal de Montevideo (IMM). El Nuevo Espacio, por su lado, llega a un 9% a nivel nacional.
¿Qué determinó la primacía del sistema bipartidista?. Pues bien, el sistema electoral ofrece muchas pistas. Aún así, parecería ser que el sistema electoral no determina el sistema político, más bien es una variable entre tantas. En ese sentido, se presentan "leyes tendenciales" (Duverger) de importancia para nuestro caso:
Ley tendencial 1: Las fórmulas de mayoría facilitan un formato bipartidista y obstruyen el multipartidismo;
Ley tendencial 2: Las fórmulas de representación proporcional facilitan el multipartidismo, y difícilmente conducen al bipartidismo.
El otro hito puede ser considerado la Guerra Grande. Allí González explica que los Partidos irían adquiriendo sus principales rasgos: un Partido Colorado más liberal, de tendencia anticlerical y ligado a los intereses urbanos; y un Partido Nacional más conservador y de mayor inserción en el medio rural. De todas formas los dos partidos eran policlasistas, abarcando un amplio espectro ideológico. En torno a ellos, sin duda se ha ido edificando el sistema de partidos en Uruguay. Ello no implica desconocer, por su lado, la existencia de partidos menores, que en el caso del Partido Socialista y de la Unión Cívica, remontan sus orígenes a principio de siglo. Sin embargo, éstos como veremos luego, no son considerados de relevancia para los esquemas de análisis más utilizados en el ámbito de las ciencias políticas.
Para definir nuestro sistema, entonces, podemos partir de los criterios propuestos por el ítalo-norteamericano Sartori. El primer criterio que propone el autor es el numérico, esto es, la cantidad de partidos existentes. Sin embargo, no se trata de contar los partidos legalmente instituidos, y ni siquiera aquellos con representación parlamentaria, sino aquellos relevantes politológicamente. Así diseña un método para contar los partidos: en ese sentido, el partido para ser relevante debe haber integrado acuerdos de gobierno (este es, el criterio "posibilidad de coalición") (Sartori, 1980). Pero además, puede suceder que un Partido jamás haya formado parte de un Gobierno, en tal caso, se entenderá clasificable si su presencia influye en la gestión gubernamental: es el criterio conocido como "posibilidad de chantaje".
De tal manera lo anterior que el formato de un sistema dependerá del número de partidos con posibilidad de coalición y chantaje: podrá existir un sistema con un partido, bipartidista, pluralista limitado, y pluralista. A su vez, en un sistema con un solo partido, distingue el autor entre partido totalitario (caso de los regímenes comunistas), hegemónicos (permite la existencia de otros partidos, pero no hay competencia real) y predominante (hay un solo partido dominante).
Por su lado, la mecánica del sistema dependerá de tres componentes: la "distancia ideológica" (envergadura de las diferencias entre partidos); la "intensidad ideológica" (importancia que los partidos le asignan a lo ideológico); y el tipo de competencia (competencia centrípeta donde los partidos buscan ocupar el mismo espacio, o centrífuga, esto es, de mayor polarización).
Sartori entonces, define al sistema uruguayo como de partido predominante: al haber ganado el Partido Colorado las elecciones desde 1868 hasta 1958, y luego de dos períodos vuelto a ganarlas, deduce el autor italiano que hubo un solo partido de tipo predominante. Operacionalmente, si un partido es capaz de ganar tres mayorías consecutivas en la cámara baja, entonces hay sistema predominante. González discute esta afirmación, aunque basado en criterios más bien formales. Señala en ese sentido que: (i) recién en 1918 se establecieron garantías reales, lo que deja el período 1868-1918 fuera de discusión. (ii) En el período que va de 1918 a 1933, los colorados nunca obtuvieron tres mayorías consecutivas en la cámara baja (la perdieron en 1925). (iii) después de la dictadura de Terra, los colorados ganaron las cuatro elecciones siguientes –1942, 1946, 1950 y 1954- pero en 1946 no lograron mayoría absoluta en la cámara baja. (iv) los blancos triunfaron en 1958 y 1962. (v) los colorados volvieron a ganar las tres elecciones siguientes (1966, 1971 y 1984) pero en las dos últimas no lograron mayorías en las cámaras.
Concluye González que "bajo gobiernos democráticos, Uruguay tuvo un sistema bipartidista la mayor parte del tiempo, pero los colorados lograron convertirse en partido predominante durante cerca de un tercio de la vida democrática del país". Además agrega que bajo gobiernos no democráticos el Partido Colorado también se posiciona mejor siendo predominante de 1868 a 1917, y en el control de la dictadura de Terra.
Independientemente de todo esto, parece claro que a lo largo de todo el siglo, más allá del formato, la mecánica del sistema fue siempre de tipo bipartidista. Así lo confirma el hecho de constatarse una cultura de coparticipación, que se observa en múltiples acuerdos políticos, en la distribución de cargos en los entes autónomos, la distribución de cuotas para empleos en el Estado, negociaciones para modificar la Constitución, etc. (Mieres, 1992).
La otra característica de nuestro sistema es la alta fraccionalización de esos partidos, al punto de haberse hablado de verdaderas coaliciones al interior de los partidos. Incluso se llegó a decir que nuestro bipartidismo en realidad escondía un sistema multipartidista (Lindahl, 1962; Sartori, 1976, Errandonea, 1996). Sin embargo, González vuelve a oponerse a esta visión, señalando la primacía del bipartidismo.
El sistema, por su lado, comienza a cambiar a partir de 1971. Según los términos de Sartori, estaríamos frente a un sistema de tipo "pluralismo limitado". Efectivamente en 1971 aparece el FA y logra un 18% a nivel nacional, y un 31% en Montevideo, desplazando al PN al tercer lugar en la capital del país. Los resultados de 1984 confirman el nuevo formato (a pesar de los esfuerzos de la dictadura por lograr lo contrario) con una votación a nivel nacional de la izquierda del 21% y del 33% en Montevideo. Se registra un nuevo cambio en 1989, con el surgimiento de un cuarto actor (Nuevos Espacio). El FA repite el 21% pero logra un 36% en la capital, obteniendo así la intendencia Municipal de Montevideo (IMM). El Nuevo Espacio, por su lado, llega a un 9% a nivel nacional.
¿Qué determinó la primacía del sistema bipartidista?. Pues bien, el sistema electoral ofrece muchas pistas. Aún así, parecería ser que el sistema electoral no determina el sistema político, más bien es una variable entre tantas. En ese sentido, se presentan "leyes tendenciales" (Duverger) de importancia para nuestro caso:
Ley tendencial 1: Las fórmulas de mayoría facilitan un formato bipartidista y obstruyen el multipartidismo;
Ley tendencial 2: Las fórmulas de representación proporcional facilitan el multipartidismo, y difícilmente conducen al bipartidismo.
Para el Uruguay tenemos que un sistema semipresidencial donde la atención se enfoca en la carrera hacia la presidencia, que se decide por mayoría simple, y al ser las elecciones simultáneas, bloquea el efecto de la ley 2 y prima la ley 1.
Hoy por hoy podemos discutir si acaso el pasaje de la elección presidencial por mayoría absoluta a dos rondas, no facilita el surgimiento del multipartidismo. Creemos que definitivamente podría ser esa una de las tendencias futuras del novel sistema electoral inaugurado por la Reforma de 1996.
Ahora bien, las lecciones que deja el autoritarismo son que según González, hay dos estructuras que demostraron ser adversas a la estabilidad democrática. La fraccionalización que bloqueó la implementación de medidas; y el semi-presidencialismo. Según Sartori, los sistemas presidencialistas implican riesgos adicionales para la estabilidad de los sistemas altamente polarizados. Efectivamente, el sistema antes del golpe estaba constituído por un bipartidismo fraccionalizado, a lo que se suma fragmentación y polarización
El sistema electoral en Uruguay.
El sistema electoral en Uruguay.
El régimen electoral del Uruguay históricamente, se puede sintetizar en los siguientes rasgos:
- mayoría simple para la elección presidencial
- múltiples candidaturas a presidencia en cada partido
- representación proporcional en el ámbito parlamentario
- múltiple voto simultáneo
- simultaneidad y vinculación de todas las elecciones
Nótese como los puntos ii y iv, en realidad forman parte de un mismo fenómeno que es el del doble o múltiple voto simultáneo. Este mecanismo, absolutamente original para el caso uruguayo, y que como vimos fue funcional a la performance de los partidos, se remonta a la Ley 3640 del 11 de Julio de 1910. De hecho, dicha Ley tiene origen en la propuesta realizada en la época por el entonces Ministro del Interior José Espalter, quien por este medio quería asegurar la permanencia del Partido Nacional en las elecciones de ese año. Apoyándose en las fórmulas ideadas por el belga Borely en 1870, y difundidas por Justino Jiménez de Aréchaga, se sancionó la Ley que en definitiva permitiría a los nacionalistas concurrir divididos pero bajo un mismo lema, de forma de poder acumular sus votos. Con otras tres leyes del los años 34, 35 y 39, se termina de conformar un sistema que permite la acumulación bajo un mismo lema de distintas opciones electorales plasmadas en sublemas y listas. Popularmente, a este concierto de leyes se le conoce como "Ley de Lemas".
La representación proporcional, también forma parte de la cultura política de nuestro país, y fue establecida como principio con la Constitución de 1919. Ambos elementos terminarían caracterizando el sistema electoral uruguayo.
Por su lado, la normativa constitucional aprobada en el plebiscito del 8 de Diciembre de 1996 con el 50.45% de los votos, implica sustituir cuatro de los cinco puntos (aunque los puntos ii y iv, como dijimos, pertenecen a un mismo esquema):
- mayoría absoluta a dos rondas para la elección del Presidente (sistema de balotaje)
- se limita drásticamente el uso del múltiple voto simultáneo (se elimina sublemas a diputados, hay un solo candidato presidencial por partido, y un máximo de dos candidatos a intendencias).
- se desvinculan y separan las elecciones nacionales y departamentales; las nacionales a su vez pueden sufrir variantes en las Parlamentarias (Octubre) y balotaje para la presidencia (Noviembre).
La tradicional separación de poderes, se remontan a formulaciones de Locke (1632-1704) y más propiamente Montesquieu (1689-1755), quien propone clasificar las funciones del gobierno en fundamentalmente tres: legislativas, ejecutivas y judiciales. Pues bien, según la organización de cada uno de los poderes del Estado, aunque más específicamente entre Ejecutivo y Legislativo, se suele distinguir el tipo de gobierno. Surgen de esta manera dos grandes tipos: Presidencialistas y Parlamentaristas.
El Presidencialismo se caracteriza por separar nítidamente los poderes del Estado (lo que no implica un aislamiento, que no conduciría a otra cosa que no fuera un bloqueo permanente). Teniendo en cuenta el sistema de partidos que impere, la cultura política, etc., podemos distinguir diversos tipos de presidencialismos. Este dato no es menor, pues la discusión en los ochenta, parecía catalogar al presidencialismo como una única cosa. Linkhart, si bien distinguió entre parlamentarismos continentales y británico, no hizo lo mismo al referirse al presidencialismo, en sus estudios sobre estos temas.
Estas son las siguientes peculiaridades del sistema presidencialista:
1.- El poder ejecutivo no está dividido en Jefe de estado y de Gobierno, sino que cae directamente en el Presidente, elegido o bien directamente (como sucede generalmente) o bien por Asamblea.
2.- Los ministros son nombrados por el Presidente, aunque en ocasiones se necesita el aval del Parlamento. Por lo general los ministros no pueden ser miembros de las Cámaras.
3.- El presidente no es responsable ante el Parlamento
4.- Por lo general, tampoco el Presidente puede disolver las Cámaras (Del Aguila, 1997).
Este sistema, con sus variantes, ha sido fundamentalmente extendido en Latinoamérica. En el continente, sin embargo, la proliferación de sistemas multipartidistas, pone un signo de interrogación sobre la eficacia del sistema para gobernar democráticamente (recuérdese la tendencia clásica, hoy discutida, de presidencialismo con bipartidismo, caso de EUA).
El Parlamentarismo, es heredero del constitucionalismo europeo, especialmente el inglés; donde la figura del monarca debía poner nuevas herramientas en la arena.
Sus características más salientes son:
1.- El P.E. se divide en dos órganos: Jefe de Estado (monarca o presidente de la República)y el Gobierno (a su vez aquí se suele distinguir entre el jefe de Gobierno y el Gobierno en sí).
2.- El Jefe de estado nombra al Jefe de Gobierno y éste a los ministros. El Jefe de Gobierno, a su vez, es designado por el Parlamento.
3.- El Gobierno como cuerpo político colegiado, tiene fuerte papel político.
4.- Los ministros suelen ser miembros del Parlamento.
5.- El Gobierno es políticamente responsable ante la Asamblea
6.- El Parlamento puede hacer caer al Gobierno, y éste puede llamar a nuevas elecciones del Parlamento.
El nuestro, como surge de lo anterior, se inclina a ser un régimen semi presidencialista que acentuó sus variantes presidencialistas en la última reforma (P. Guerra, 1996). En tal sentido, la nueva Constitución refuerza el Presidencialismo a través de su art. 138, que reduce las posibilidades del Parlamento de bloquear los vetos del Presidente: además de requerir ahora 3/5 de cada Cámara, se reducen los plazos para las observaciones a la mitad. El numeral 7 del art. 168 ofrece la facultad al Presidente de proponer proyectos de Ley que podrán ser enviados con declaratoria de urgente consideración: aquí se vuelven a reducir los plazos vencidos los cuáles se reputará aprobado el proyecto enviado. Por su lado, el Art. 174 expresa que el Presidente de la República podrá requerir de la Asamblea General un voto de confianza para el Consejo de Ministros. El Parlamento se debe pronunciar al respecto sin debate. Y en el Art. 175 se señala: "El Presidente de la República podrá declarar, si así lo entendiere, que el Consejo de Ministros carece de respaldo parlamentario". En ese caso podrá sustituir total o parcialmente a los miembros no electivos de los Entes Autónomos (sic) y de los servicios descentralizados, como a los Directores Generales.
Si bien el presidencialismo potencia la lógica de que "quien gana gobierna" (Pareja, 1991), sin duda que la cultura política es la que termina moldeando estas fórmulas. Así en esa materia, se diferencias las democracias mayoritarias (donde efectivamente se practica aquello de quien gana gobierna) de las democracias pluralistas (donde se necesita de la negociación). Uruguay, al decir de Lanzaro, se presenta como un sistema presidencialista pluralista. Las variantes del pluralismo a su vez son: de compromiso y de coalición (33´, 42´, y segunda gobierno de Sanguinetti).
Por su lado, para complejizar el panorama, los regímenes presidencialistas tienden a estimular un régimen electoral mayoritario en el plano parlamentario. Uruguay, sin embargo, presenta un régimen proporcional en materia electoral. Ello condujo a dos partidos y su fraccionalización, lo que se explica además, por su particular legislación electoral.
Indudablemente, a lo largo de estas líneas podemos coincidir en señalar que las reglas de juego electorales y los sistemas de gobierno favorecen tendencialmente ciertos formatos de sistemas de partidos y ciertas lógicas de competencia y cooperación, pero no las determinan (Filgueira & Filgueira, 1998).
Coincidimos además con los citados autores, en que el crecimiento sostenido del Encuentro Progresista, que llegó a arañar el Gobierno Nacional en las elecciones de 1994 (alcanzó casi un 31% contra un 33% del Partido Colorado), es la explicación de la estrategia coalicionista de los partidos tradicionales: entre las numerosas reformas votadas en el Parlamento por la coalición figura la reforma constitucional que cambia las reglas de juego en materia electoral.
La pregunta que debemos hacernos todos es qué sucederá de aquí en más con los nuevos cambios impuestos. Pues bien, la inclusión del balotaje pretende en primer lugar mantener las opciones tradicionales como hegemónicas en el plano de la Presidencia: parece bastante plausible pensar en una unión de los dos partidos tradicionales si sólo uno de ellos llegara a la instancia final. Esta tesis, sin embargo es matizada por otros autores (Errandonea, 1998). Más allá de las elucubraciones al respecto, la mecánica parece haber sido pensada a los efectos de cortarle el paso a una izquierda que con las mismas reglas de juego de la constitución anterior, seguramente sería gobierno en el 2000.
En este marco, uno vuelve a preguntarse con numerosos académicos (Pareja, R. Pérez, Filgueira), cuál ha sido la razón por la cuál no se aspiró a un sistema parlamentario para el logro de coaliciones más estables. Quizá la respuesta esté justamente en ese detalle: en un sistema de partidos altamente fragmentalizados, parece lógico que los partidos tradicionales le escapen a coaliciones de tipo estable. El costo político pagado por Volonté, por ejemplo, viene a confirmar esta tesis. Una reforma como la de 1996, por lo tanto, evita ese problema. Además, al aumentar el poder del Presidente de la República, se parte de la base que la gobernabilidad está más asegurada que antes. Conclusión dudosa, por cierto, si nos remitimos a los diversos escenarios hipotéticos que podría acarrear de aquí en más el nuevo sistema; y a la triste historia de una serie de mandatarios elegidos en segunda vuelta.
Sin caer en la tentación de hacer girar las hipótesis futuras en torno a una variable central (régimen de gobierno), volvemos a insistir en la particular importancia de la cultura política, la historia de los partidos, y el significado de "lo político" para la ciudadanía uruguaya.
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Anexo 1: comportamiento electoral de los lemas en elecciones nacionales.
Cuadro Nro. 1: Elección Nacional de 1938 por Lemas, en porcentajes.PC | PN | UC | PS | PCU | |
Total | 58.6 | 32.3 | 3.95 | 3.51 | 1.53 |
En esta elección votan por primera vez las mujeres, aunque la situación política genera una alta abstención que llegó al 44% del padrón electoral. Gana las elecciones, como era previsible, el Partido Colorado, accediendo a la presidencia el Gral. Baldomir.
Cuadro Nro.2: Elección Nacional de 1942 por Lemas, en porcentajes.
PC | PN y PNI | UC | PS | PCU | |
Total | 57.1 | 34.5 | 4.25 | 1.57 | 2.49 |
Nuevamente triunfa el Partido Colorado, esta vez con la fórmula Juan José de Amézaga – Alberto Guani, que contó con el apoyo de los batllistas y baldomiristas. Los nacionalistas votaron separados y quedaron muy por detrás de los triunfadores. Esto era previsible, y contribuyó a la alta abstención. La UC consolida su presencia mayoritaria entre los partidos ideológicos.
Cuadro No. 3: Elección Nacional de 1946 por Lemas, en porcentajes.
PC | PN | PNI | UC | PCU | PS | PD | |
Total | 46.35 | 31.05 | 9.39 | 5.25 | 4.87 | 2.34 | 0.75 |
Como se puede observar, el triunfo de Tomás Berreta fue claro, sacando más de quince puntos de ventaja al Partido Nacional, que en esta oportunidad compareció dividido en dos lemas. Se observa además una buena votación de la Unión Cívica, que logra cruzar el umbral del 5%.Entre los tres partidos ideológicos, se llega a casi un 12% del electorado, porcentaje que no se volverá a repetir hasta 1971.
Cuadro No. 4: Elección Nacional de 1950 por Lemas, en porcentajes.
PC | PN | PNI | UC | PCU | PS | OTROS | |
Total | 52.62 | 30.95 | 7.62 | 4.39 | 2.32 | 2.07 | 0.03 |
El triunfo del Dr. Andrés Martínez Trueba es contundente. El Partido Colorado obtiene más de la mitad de los votos. El Partido Nacional reduce su votación en sus dos lemas. La caída, sin embargo es más resonante en el Partido Nacional Independiente. Mientras la Unión Cívica pierde algo menos de un punto, la caída del Partido Comunista es de la mitad de su electorado.
Cuadro No. 5: Elección Nacional de 1954 por Lemas, en porcentajes.
PC | PN | PNI | UC | PCU | PS | OTROS | |
Total | 50.56 | 35.24 | 3.67 | 5.03 | 2.22 | 3.26 | O.O2 |
Estas elecciones marcan el pico del líder quincista, Luis Batlle Berres. Consigue nuevamente más de la mitad del electorado para su Partido. El Partido Nacional logra recuperar en algo su votación, lo que obedece a una disminución del PNI. La Unión Cívica vuelve a cruzar el umbral del 5%. El PCU continúa estancado, mientras que el PS logra aumentar en algo más de un punto su electorado.
Cuadro No. 6: Elección Nacional de 1958 por Lemas, en porcentajes.
PN | PC | UC | PS | PCU | UDR | MR | |
Total | 49.68 | 37.70 | 3.75 | 3.53 | 2.69 | 1.98 | 0.63 |
El Partido Nacional logra su primer victoria electoral, pegando un salto del 35 al casi 50% de los votos. Sin duda el fenómeno de "Chico-Tazo" explica en buena medida este espectacular ascenso. Los votos parecerían provenir de un Partido Colorado que cae vertiginosamente en trece puntos. La Unión Cívica logra su peor votación hasta el momento, aunque sigue siendo el mayor de los partidos chicos.
Cuadro No. 7: Elección Nacional de 1962 por Lemas, en porcentajes.
PN | PC | PDC | FIDEL | UP | OTROS | |
Total | 46.54 | 44.52 | 3.05 | 3.49 | 2.31 | 0.09 |
El Partido Nacional vuelve a ganar, aunque esta vez lo hace por escaso margen. Pierde una porción de su electorado que la gana el Partido Colorado. El PDC, por su lado, muestra evidencias de su transición orgánica, en tanto el Fidel logra aumentar en términos relativamente considerable la votación comunista. La UP, por su lado, demuestra no ser buena alternativa socialista.
Cuadro No. 8: Elección Nacional de 1966 por Lemas, en porcentajes.
PC | PN | FIDEL | PDC | PS | MCC | UP | |
Total | 49.32 | 40.34 | 5.67 | 3.02 | 0.93 | 0.35 | 0.22 |
Nuevamente el Partido Colorado gana las elecciones. Llega a casi la mitad del electorado, en tanto el Partido Nacional cae a los niveles anteriores a 1958. la nota entre los partidos ideológicos la da el comunismo, que con su alianza en el Fidel logra la mejor votación de los partidos chicos. El PS pasa por su peor momento, y el MCC demuestra una baja receptividad entre los votantes católicos.
Cuadro No. 9: Elección Nacional de 1971 por lemas, en porcentajes.
PC | PN | FA | URC | OTROS | |
Total | 40.97 | 40.19 | 18.28 | 0.53 | 0.03 |
El panorama electoral de 1971 cambia radicalmente. Por primera vez gana un Partido Tradicional con menos de un punto de diferencia con respecto al otro, y con un bajo porcentaje a nivel general. El surgimiento de un tercer actor político con más del 18% de los votos cambia el sistema político y obliga a reconsiderar su validez, sobre todo en materia electoral y de gobierno.
Cuadro No. 10: Elección Nacional de 1984 por lemas, en porcentajes.
PC | PN | FA | UC | OTROS | |
Total | 41.24 | 35.02 | 21.26 | 2.43 | 0.05 |
Nuevamente triunfa el PC; pero la lectura más interesante pasa por un crecimiento mayor de la tercera fuerza, que esta vez cosecha más del 21% de los votos. El PN, por su lado, logra su peor votación desde su unificación. Finalmente, la UC logra un meritorio 2.43%, que sin embargo pareció ser más coyuntural que estructural.
Cuadro No. 11: Elección Nacional de 1989 por lemas, en porcentajes.
PN | PC | FA | NE | OTROS | |
Total | 37.78 | 30.69 | 22.30 | 8.68 | 0.55 |
Con las elecciones de 1989, el sistema vuelve a mostrarse ineficiente. Por primera vez en la historia, gana un partido con bastante menos del cuarenta por ciento de los votos, esta vez, el Partido Nacional. El PC, por su lado, logra la peor votación de su historia, lo que confirme la tesis del desgaste en el gobierno con sistemas inadecuados. El FA logra su primer triunfo electoral en la capital y cosecha ya el 22% de los votos, a pesar de la separación de dos partidos importantes (PDC y PGP) que conformaron una cuarta fuerza electoral con resultado mediocre teniendo en cuenta la votación recibida como sublemas del FA. El sistema se muestra totalmente fragmentado e ineficiente para gobernar.
Cuadro No.12: Elección Nacional de 1994 por lemas, en porcentajes.
PC | PN | FA-EP | NE | OTROS | |
Total | 32.36 | 31.21 | 30.61 | 5.16 | 0.66 |
Las elecciones de 1994 sin duda contribuyeron al cambio de reglas de juego. Vuelve a ganar un partido tradicional, y esta vez con sólo el 32% de los votos. Le siguen muy de cerca el PN y el FA-EP; de manera que el escenario político se presenta con tres actores casi idénticos en materia electoral. El NE, por su lado, cosecha un importante 5.16% de los votos, porcentaje trascendente en las actuales condiciones.
Cuadro 13: Sublemas del FA, elección de 1971.
Depto. | Fidel | Patria Grande | PDC | 99 | PS | Otros | Total |
Mont. | 70832 | 57385 | 39551 | 18516 | 23409 | 2638 | 212406 |
Interior | 29379 | 13559 | 21706 | 12963 | 12518 | 1669 | 91869 |
Total | 100211 | 70944 | 61257 | 31479 | 35927 | 4307 | 304275 |
Como se puede observar, en su primera instancia electoral, el FA se nutrió de cinco grandes sectores. El mejor votado fue el Fidel que logra el 33% de los votos en Montevideo, y el 32% en el interior,lo que de alguna manera desmiente el mito de un comunismo mal votado en el interior del país. Más bien, ese ha sido un problema de toda la izquierda. En segundo lugar se ubicó Patria Grande quien logra el 27% de los votos en Montevideo, y el 14.7% del interior. El PDC, por su lado, ubicado en tercer lugar, obtiene el 18.6% de los votos de la capital, y el 23.6% en el interior. Estamos, por tanto, frente al primer partido que contribuyó más en el interior que en Montevideo. La lista 99, por su lado, en sublema con la democracia cristiana, obtiene el 8.7% de los votos en Montevideo y el 14.11% en el interior. Esto confirma un mayor peso relativo del "Frente del Pueblo" en el interior del país. El Partido Socialista, obtiene el 11% de los votos montevideanos y el 14% en el interior.
Cuadro 14: Sublemas del FA, elección de 1984.
PS | 99 | PDC | 1001 | IDI | TOTAL | |
Mont. | 41417 | 128805 | 22170 | 83491 | 21341 | 297490 |
Interior | 19950 | 27756 | 20417 | 29725 | 5444 | 103614 |
Total | 61367 | 156561 | 42587 | 113216 | 26785 | 401104 |
El mapa interno cambia sustancialmente en 1984. El sector más votado ahora es el de la lista 99, con una notable votación en Montevideo, donde recoge más del 43% de los votos del Frente Amplio. Le sigue Democracia Avanzada (1001) que obtiene mejor votación que la 99 en el interior del país, y por lo tanto se transforma en la lista mejor votada fuera de la capital. En tercer lugar se ubica el PS con una votación sustancialmente mejor en Montevideo con respecto al interior. El cuarto lugar lo ocupa el PDC, único partido que baja su votación con respecto a 1971. Su electorado esta vez se reparte casi en mitades entre Montevideo y el interior, lugar en el que supera la votación socialista. La caída, por tanto, ha sido notoria en la capital. La IDI mientras tanto, sólo recoge algo más de 26 mil votos, la inmensa mayoría de los cuáles tienen origen en la capital del país.
Cuadro 15: Sublemas del FA, elección de 1989.
1001 | PS | VA | MPP | UP | TOTAL | |
Mont. | 146431 | 69238 | 52245 | 37239 | 7224 | 312778 |
Interior | 56605 | 25167 | 12885 | 7906 | 2694 | 105615 |
Total | 203036 | 94405 | 65130 | 45145 | 9918 | 418393 |
Para 1989 vuelve a cambiar el panorama político del FA. Para entonces, sufriría la separación de dos de sus grupos fundadores, el PDC y la 99. Incorpora, por su lado, a los tupamaros que en alianza con otros grupos radicales conforman el MPP. El otro grupo nuevo es la Vertiente Artiguista, que reúne a su interior a ex IDI, ex demócrata cristianos e independiente. La UP/20 de Mayo por su lado, reúne grupos radicales con desertores de la 99. Lo primero que se rescata del cuadro es el estancamiento en el interior del país con respecto a la votación anterior. Sin embargo, lograría aumentar su votación en Montevideo, fruto de lo cuál logra el gobierno de la IMM. A nivel de sectores, la elección de 1989 muestra una excelente votación de la 1001, que se transforma en el sector más poderoso tanto en Montevideo (donde logra el 47% de los votos), como en el interior del país (donde logra el 53.5%). El segundo grupo mejor votado es el PS que sigue aumentando su caudal electoral desde 1971. La Vertiente Artiguista, por su lado, muestra un interesante debút, fundamentalmente en Montevideo. El MPP, por su lado, cosecha 45 mil votos, de los cuáles sólo 7 mil en el interior.
Cuadro 16: Sublemas del NE, elección de 1989.
PGP 99 | PDC | UC | Total | |
Montevideo | 97380 | 18797 | 2695 | 118977 |
Interior | 41237 | 13238 | 3819 | 58476 |
Total | 138617 | 32035 | 6514 | 177453 |
El Nuevo Espacio de 1989 no logra repetir la votación reunida al amparo del Frente Amplio. Además, muestra una fuerza hegemónica, la 99, que reúne casi el 80% de los votos. El PDC sigue mostrando un permanente descenso en su performance desde la apertura democrática. Esta vez pierde aproximadamente 3500 votos en Montevideo, y
7000 en el interior. La UC,por su lado, muestra una casi irreversible caída y desaparición de su electorado.
Cuadro 17: Sublemas del FA-EP, elección de 1994.
Asamblea Uruguay | PS | VA | CONFA | MPP | |
Montevideo | 168507 | 70311 | 42988 | 15446 | 39883 |
Interior | 75976 | 41824 | 15786 | 16146 | 15155 |
Total | 244483 | 112135 | 58774 | 31592 | 55038 |
PCU | 78 | PDC | TOTAL | |
Montevideo | 41344 | 16607 | 9043 | 405111 |
Interior | 24244 | 15101 | 10280 | 216115 |
Total | 65588 | 31708 | 19323 | 621226 |
Nuevamente varía el cuadro interno del FA, esta vez en alianza con otros grupos componiendo el Encuentro Progresista. Además de un salto cuantitativo en Montevideo e interior del país, que lo acercaron a arañar el triunfo nacional, hay interesantes lecturas a nivel de sectores. Llama la atención la importante votación de un sector nuevo "Asamblea Uruguay" obteniéndo el 40% de los votos, y casi 76 mil votos en el interior, una cifra nunca obtenida por ningún otro grupo. Le sigue en su orden el PS, el PCU (debilitado por la crisis ideológica del 89) y la Vertiente Artiguista que sigue siendo una fuerza mayoritariamente montevideana. El otro grupo fuerte fue el MPP con 55 mil votos, también de perfil montevideano. Los restantes grupos obtienen menos de 40 mil votos: la lista 78, encabezada por el dos veces intendente nacionalista arachán, Nin Novoa, que cosecha la misma cantidad de votos en Montevideo e Interior; Confa (escindidos del PCU), de votación similar a la 78, aunque con mejor votación en el interior, y el PDC que logra la peor votación de su historia, con menos de 20 mil votos, quedando de esta manera sin representación parlamentaria. Es otro de los grupos que votó mejor en el Interior con respecto a Montevideo. Aún así es la fuerza con menor cuantía del EP también fuera de Montevideo.
Cuadro 18: evolución de la votación demócratacristiana 1958 - 1994.
Año | Votación |
1958 (como UC) | 37.625 (3.7% del electorado) |
1962 (primera votación como PDC, tras ruptura con la UC) | 35.703 (3.05% del electorado) |
1966 (primera votación luego de ruptura con guardia vieja de la UC) | 37.219 (3.02% del electorado) |
1971 (primera votación en el FA, luego de ruptura con Ciganda) | 61.257 (3.7% del electorado) |
1984 (segunda votación en el FA, luego de ruptura con dirigentes anti-frentistas) | 42.587 (2.3% del electorado) |
1989 (primera votación en el NE, previa ruptura con sectores pro-frentistas) | 32.035 (1.5% del electorado) |
1994 (primera votación como EP, con fuertes disidencias internas) | 19.323 (0.95% del electorado) |
Serie Documentos de Trabajo No. 1
Para comprender la estructura política
en el Uruguay.
Soc. Pablo A. Guerra
Pablo A. Guerra. Sociólogo, Magister en Ciencias Sociales del Trabajo y Doctorando con tesis en Economía de la Solidaridad. Es profesor de la Universidad de la República y Universidad Católica. Autor de numerosos artículos e investigaciones publicados en Uruguay y el exterior. Director del Cencadec y Secretario de Formación del Partido Demócrata Cristiano del Uruguay
Extraído de: http://www.chasque.net/pdc/comprender.htm
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